El Via Crucis del planeta
Nuestra civilización está enferma, ante nuestros ojos distraídos se está produciendo un vía crucis del planeta.
El aire de nuestras ciudades, nuestros mares contaminados, el agua, los bosques, …, son víctimas de una ideología rapaz y utilitaria que considera la naturaleza solo como un recurso inanimado que explotar y que alimenta la floreciente industria de la ficción necesaria para sedar las conciencias. Los residuos producidos por más de 8000 millones de seres humanos superan ya las posibilidades de eliminación, y para algunos de ellos, como los residuos nucleares, la eliminación es prácticamente imposible. ¿Qué sucederá cuando en 2050 la población alcance cerca de los 10000 millones? ¿Una nueva guerra mundial? ¿Una serie permanente de conflictos locales imparables?
Hans Jonas hacía ya hace muchos años una nueva formulación del imperativo ético en sentido ecológico. En una entrevista de 1992 con Der Spiegel, Hans Jonas señalaba el peligro del «trágico fracaso de la cultura superior, su caída en una nueva primitivización», entendiendo por ello «la pobreza masiva, la muerte masiva, el asesinato masivo».
Han pasado más de treinta años desde entonces y este declive hacia la primitivización y la masificación ha continuado: lo vemos en las costumbres, en el gusto estético, en la política, en el lenguaje, donde todo se vuelve más grosero y violento. Y más irracional.
En la actualidad, más un tercio de los alimentos producidos se tira a la basura, lo que supone millones de toneladas de comida al año que acaban entre los residuos, con el uso descabellado de agua, energía y vida animal y vegetal que todo ello conlleva. Y esto frente al hecho de que cada día mueren de hambre seres humanos.
¿Es esto suficiente para poner de manifiesto la peligrosa enfermedad mental que padece nuestra sociedad?
Alimentamos nuestra alma con manifestaciones masivas de lo efímero (deportes de masas, música de masas, cine de masas...) pagando a sus protagonistas cifras exorbitantes, mientras miles de millones de seres humanos viven con menos de dos dólares al día.
Precisamente en la era del triunfo de la ciencia, asistimos a un colapso de la racionalidad en el gobierno del mundo, con la consecuencia de que lo que realmente triunfa no es la ciencia, que siempre es pregunta e investigación, sino más bien la técnica que ofrece certezas y captura las mentes.
Incluso la forma en que se gana el consenso y se accede al poder en nuestras sociedades está cada vez más marcada por la irracionalidad, porque gana quien sabe suscitar emociones fuertes, mientras que quien practica la honestidad del análisis está inevitablemente destinado al fracaso.
Cuando San Francisco de Asís compuso su texto más bello, el Cántico de las criaturas, estaba casi ciego por una enfermedad ocular y padecía una serie de otros males que, en el plazo de un año, lo llevarían a la muerte. Eso no le impidió cantar la luz del hermano sol y del hermano fuego y celebrar las demás realidades naturales.
Creo que, al observar su vida, es posible comprender las dos principales enfermedades que padecemos hoy en día:
1) una filosofía de vida opuesta a la de San Francisco de Asís y análoga a la de su padre, el rico mercader, es decir, basada en la acumulación y el consumo, a la que nos inducen desde pequeños el poder de la publicidad y la industria del entretenimiento que la rodea;
2) una filosofía de la naturaleza opuesta a la del Cantar de las Criaturas, que considera la materia como inerte y la vida como una lucha, y de la que deriva una actitud depredadora hacia el planeta y la consiguiente contaminación.
Por su parte, cierta religión tradicional occidental no
ha sido capaz de hacer frente a estos dos males, sino que incluso ha
contribuido a ellos debido a su antropocentrismo, por lo que también el
cristianismo debe renovarse, o más bien, convertirse.
Si la humanidad quiere sobrevivir, debe cambiar la mentalidad que guía sus políticas económicas y que orienta su actitud hacia la naturaleza.
La única posibilidad de cambio radica en tomar conciencia de que la Tierra es un organismo que debe su origen y su existencia a la lógica de la armonía relacional. El paso de una civilización basada en la lucha a una civilización basada en la cooperación solo puede darse si se comprende que la propia lógica de la evolución natural se basa en la cooperación y se educa a nuestros hijos en esta perspectiva.
Por lo tanto, es necesario superar la sombría filosofía de vida transmitida por el darwinismo y comprender que lo que guía la evolución no es solo la lucha, sino, ante todo, la relación de complementariedad y armonía, ya que no existe la vida si no es en relación, no existe el ‘bios’ si no es como ‘symbios’, como simbiosis.
No se saldrá de la crisis ecológica y ético-espiritual si no se sanan las ideas que la han producido.
Es necesario que la urgencia ecológica transforme nuestra visión de la biología y nos haga tomar conciencia del vínculo que une todas las cosas, de la interconexión de cada entidad con el todo. Todo esto se traduce también diciendo que la primera categoría del ser no es la sustancia, sino la relación, bajo el lema de una relacionalidad global que supera el antropocentrismo y el utilitarismo que se deriva de él.
De San Francisco de Asís, enfermo y en vísperas de la muerte, nació uno de los textos más sublimes de la espiritualidad de todos los tiempos. ¿Puede surgir aún de nuestra civilización, enferma y tan ciega que no reconoce su enfermedad, la posibilidad de un cambio para no precipitarse en el abismo cada vez más cercano?
Creo que nadie lo sabe y por eso las tinieblas del Viernes Santo envuelven nuestras vidas y nuestro futuro, sin saber si se nos concederá la luz de la Pascua. Pero creer que sí es un deber moral, además de la única posibilidad concreta de que el cambio se produzca realmente.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
No hay comentarios:
Publicar un comentario