Es necesario ser y permanecer humanos
Antes de leer mi comentario y reflexión, amable lector, te pido que por favor vayas a este link (https://www.rtve.es/noticias/20250918/ministro-israeli-discutiendo-estados-unidos-division-gaza/16733695.shtml) y leas la noticia: son las declaraciones del ministro de finanzas israelí, el señor Bezalel Smotrich. La noticia es del 18 de septiembre de este mismo año 2025.
Ahora, si quieres, puedes continuar con mi comentario.
¿Seguimos siendo capaces de distinguir el bien del mal? ¿Nos queda aún una pizca de ética e incluso de humanidad? ¿Tenemos la fuerza para ver al otro tal y como es o solo lo vemos tal y como somos nosotros?
Son preguntas enormes.
Hasta hace un par de años, a pesar de la violencia rusa en Ucrania y las mil tensiones planetarias, habrían sido más adecuadas, por ejemplo, para un debate o una lección universitarios. Pero hoy, con la incesante destrucción de los valores occidentales, desde Estados Unidos de América hasta Jerusalén, deberían convertirse hasta en una obsesión.
Vivimos tiempos desagradables. Llenos de
ambigüedades, ambivalencias y emociones encontradas. Una época de regímenes
totalitarios e ideologías mortíferas, en la que deberíamos replantearnos las
cosas importantes, aquellas en las que creemos y que nos sirven, precisamente,
para comportarnos como seres humanos.
Sin embargo, preferimos aceptarlo todo, superponiendo realidad y ficción, relatos manipuladores y crueldades manifiestas.
Decisiones que en otro tiempo habrían provocado escándalo, hoy se suceden sin cesar, dándonos la idea de lo inexorable.
¿Seguimos
siendo capaces de indignarnos o nos estamos convirtiendo en la pesadilla
evocada por Hannah Arendt?
«El súbdito ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido ni el comunista convencido, sino el individuo para el que la distinción entre realidad y ficción, entre verdadero y falso, ya no existe».
Una
vida sin conciencia es una vida de feroces brutos. ¿Es eso en lo que nos hemos
convertido?
No quiero entrar a calificar las declaraciones de Bezalel Smotrich, Ministro de Finanzas del Gobierno de benjamín Netanyahu. Ellas se califican a sí mismas.
En pocas palabras, la grande tesis se concentra en que la Franja de Gaza es una mina de oro inmobiliaria. Y hasta aquí, por muy repugnante que sea, nos encontramos ante un razonamiento ampliamente compartido por destacados miembros de la administración estadounidense.
Unas reflexiones complacientes que no sé si destrozan la última frontera de la civilización. Yo no creía que en el tercer milenio hubiera espacio para unas declaraciones así. Me equivocaba.
Uno cree que pertenece a la parte sana del mundo. Esa parte que espera que en nuestro planeta los buenos sean uno más que los malos. Si el desastre que nos rodea fuera una película, sin duda sería así. Dramáticamente, no lo es.
¿Qué
es el ser humano?
Respuesta hasta imposible que yo hasta sintetizaría así: «Es humano quien, a diferencia de Bezael Smotrich, ve al otro y es capaz de empatizar».
Los perros siguen su instinto, los seres humanos no, se guían por la moral. O, al menos, deberíamos, porque es evidente que la crisis de la humanidad y la de la moral están relacionadas.
Aunque el bien avance con dificultad, uno quiere creer y esperar que, a pesar de Bezael Smotrich, podemos seguir siendo humanos aunque la fragilidad de la esperanza es más que evidente ante declaraciones así.
La esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. Y hemos caído en una época de fanáticos. Bezalel Smotrich, por ejemplo, y entre otros, es una encarnación real de ello: un instrumento del poder incapaz de tener sentido de empatía ante el dolor del inocente, y guiado por un sarcasmo arrogante y letal.
Es un supuesto
burócrata y gestor incapaz de hacerse la pregunta más obvia ante el sufrimiento
del inocente: ¿cómo me sentiría si fuera ella o él inocente maltratado? ¿Cómo estaría
en la piel del inocente humillado y ultrajado?
¿Alguien se hace esta pregunta?
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