miércoles, 17 de septiembre de 2025

La deriva hacia un fundamentalismo occidental.

La deriva hacia un fundamentalismo occidental 

El asesinato de Charlie Kirk - descanse en la paz del Señor - ha sido un crimen político cometido en Orem (Utah), el 10 de septiembre de 2025. Charlie Kirk, activista político, autor y personalidad mediática estadounidense, fue asesinado mientras hablaba a una audiencia en el campus de la Universidad del valle de Utah (USA). 

Desde la distancia, no sé si insalvable, uno tiene la sensación de que una parte de la vida social y política de los estados Unidos de América se encuentra en medio de una confrontación importante. Entre los opininadores he encontrado una hipótesis de esta confrontación: la pretensión de cierto sector de la sociedad y de la política de restablecer un auténtico «fundamentalismo occidental».

 

Como todos los movimientos nacidos tras la crisis de la modernidad y que aspiran a ser fundacionales o refundacionales, también el fundamentalismo occidental, al igual que el fundamentalismo islámico, se basa en principios ampliamente reconstruidos ad hoc.

 

Sobre la base de una armoniosa comunidad imaginaria, que nunca ha existido tal y como se idealiza, el fundamentalismo occidental planea un mundo en el que conviven, de forma hasta casi imposible:

 

·         los orígenes grecorromanos de Occidente junto con la moral más puritana,

·         los valores de la modernidad junto con la Ilustración,

·         el rechazo del Islam junto con una revalorización del papel de la mujer,

·         la reivindicación del cristianismo como única religión compatible con Occidente junto con el rechazo total de cualquier manifestación de compasión cristiana hacia quienes se encuentran en una situación de necesidad,

·         la reivindicación de la dignidad de la clase obrera no cualificada junto con un silencio absoluto sobre las posibilidades de mejora económica de la misma clase,

·         para terminar… por ejemplo, y sin ser exhaustivos, con la adoración explícita hacia los tecnócratas neofeudales auténticos gurús del desarrollo y del progreso.

 

El objetivo del fundamentalismo occidental es la instauración de una sociedad basada en la supremacía de la raza blanca anglosajona masculina, entendida como única portadora de la civilización.

 

Instituciones desaparecidas, o en vías de desaparición, como la esclavitud, la segregación, el colonialismo, el nacionalismo extremo, la discriminación contra las mujeres y las minorías étnicas y sexuales, se reevalúan en su supuesta necesidad histórica y en su papel de defensa de una raza que, de otro modo, sería minoritaria frente a otras razas más numerosas pero consideradas intelectual y moralmente inferiores.

 

Los apologistas, activistas y políticos del fundamentalismo occidental pueden reclutar ocasionalmente a hombres y mujeres de diferentes razas, o incluso de visiones menos extremistas que las suyas, pero queda claro que estos compañeros de viaje en el momento de la repartición del poder solo podrán aspirar a un papel secundario.



El fundamentalismo occidental no es simplemente la recuperación del “sentido común” de los imperios europeos en la época del colonialismo, cuando habría sido imposible convencer a cualquier intelectual, incluso a los más ilustrados, de que un ser humano de piel negra pudiera tener las mismas capacidades intelectuales que uno blanco. Lo que proponen los fundamentalistas occidentales es un «regreso al futuro».

 

Si su propuesta fuera política encontraría cabida en el debate político actual y se expondría al riesgo de ser rechazada por sociedades de hecho pluralistas y multirraciales. Pero no se trata en realidad de una política, sino de una utopía más allá de lo estrictamente político cuyo fin es precisamente la abolición de la política y su sustitución por un poder centralizado firmemente garantizado por la pertenencia a una raza y una cultura.

 

El fundamentalismo occidental no pretende crear un mundo nuevo. Solo pretende establecer una jerarquía inmutable cuya mera existencia debería ser capaz de proteger la sociedad ideal de cualquier intrusión externa, así como de cualquier seducción intelectual que pueda provenir de quienes no son blancos, heterosexuales y cristianos-nacionalistas.

 

El reciente asesinato de Charlie Kirk, según algunos, es el asesinato de uno de los activistas más importantes y seguidos del fundamentalismo occidental. Charlie Kirk, aunque parece que expresaba convicciones extremas, incluida la de que un cierto número de muertes por arma de fuego es el precio que hay que pagar por defender la libertad, hasta parece que era considerado un moderado por los grupos de la derecha aún más extrema.

 

Charlie Kirk no se presentaba como un antagonista belicoso sino que se reunía con estudiantes universitarios con el propósito de convertirlos a sus ideas, y a menudo lo conseguía. Y utilizaba la institución universitaria como un misionero que se presenta desarmado ante los salvajes para convencerlos de la superioridad moral de su evangelio. Tal vez el actual Presidente de los Estados Unidos de América le debe no pocos votos de los jóvenes electores. 


Hasta quizá por ello ese mismo Presidente le haya considerado incluso “mártir de la verdad”... de manera análoga a como, por ejemplo, otros consideran "mártires" a los que mueren dando testimonio de su fe en el fundamentalismo musulmán.


P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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