Quien no tome su cruz…
Quién sabe si el señor que lleva sobre sus hombros la cruz de Jesús, debidamente provista de ruedas, en la ceremonia de despedida de Charlie Kirk, conoce que existe una figura específica en la liturgia de la Iglesia Católica encargada de este instrumento: el “crucífero”, del latín crux y fer, «el que lleva la cruz». Se trata del ministro encargado, en las ceremonias religiosas, de llevar la llamada cruz procesional, izada en un largo asta.
En otras ocasiones, la cruz, siempre de madera, se lleva a hombros con esfuerzo y sufrimiento.
Ciertamente, la foto del homenaje-funeral difundida por Reuters tiene algo ligeramente hasta irónico: la chaqueta, el pie izquierdo bien calzado ligeramente levantado del suelo y la ausencia de esfuerzo.
Es una verdadera cruz de madera, pero también es una cruz pragmática, americana: equipada con ruedas, como una maleta con ruedas o un carrito de la compra del supermercado.
La ceremonia por Charlie Kirk fue la combinación, no sé si perfecta, de religión y política, un elemento que aún le faltaba a Donald Trump. Además, presentaba al mundo la figura del primer mártir de la causa trumpiana: Charlie Kirk fue ‘canonizado’ sin pasar por ningún milagro, o mejor dicho, el milagro es conferir al Presidente Donald Trump una identidad religiosa.
La foto hasta ofrece una imagen de una determinada religión estadounidense, más aún que las personas que vimos en la celebración cantando con las manos en alto y coreando rítmicamente: ¡Aleluya!
Hace treinta y tres años, el crítico literario estadounidense Harold Bloom publicó un libro titulado La religión americana con una descripción de las innumerables religiones que surgieron en Estados Unidos de América durante el siglo XIX, incluida la de Charlie Kirk.
Estados Unidos de América erigió la ‘libertad’ como fundamento de su ideología práctica. Es una palabra que ha resonado en la celebración de Glendale en más de un discurso. La libertad en el contexto de la religión americana «significa estar solo con Dios, o con Jesús, el Dios americano o el Cristo americano».
Y hay otra palabra que explica a la perfección el funeral de Charlie Kirk y que es ‘soledad’. Los estadounidenses están solos: solos con Dios, un Dios que a su vez está aislado y solo, un Dios libre o, en otros términos, un Dios de libertad.
No existe una verdadera teología de esta religión, ni siquiera en sentido amplio. Todas, incluidas las iglesias conservadoras o reaccionarias de los predicadores —que hoy en día utilizan como púlpito las redes sociales— se basan en la Biblia aunque su teología se reduce a unos pocos pasajes evangélicos o a citas de las cartas de San Pablo.
Al observar el eclecticismo y la mezcla de religión y política —pero también de política y religión— en la celebración de Glendale uno tiene la sensación de que se trata de un batiburrillo de situaciones y motivos, además de emociones y intenciones, bien representadas al estilo americano hollywoodiense.
Estados
Unidos de América es un país pragmático… como la cruz con ruedas.
Y también forma parte de esa “pragmaticidad” la esencia del credo estadounidense: la convicción de ser un país amado por Dios. Y esa convicción es compartida mayoritariamente por sus habitantes incluso en formas de ‘espectáculo revival’.
El señor de la portada de esta reflexión se muestra seguro con su cruz a hombros, provista de ruedas que la hacen deslizarse casi sin peso, que no deja traslucir ningún esfuerzo, dolor u otro sentimiento de sufrimiento al llevarla consigo hasta el centro del estadio.
¿Se sentirá amado por Dios? Probablemente sí, y esto incluso afecta al Presidente estadounidense. Lo dijo con motivo del atentado del que salió ileso: Dios me ama.
He leído que algunos seguidores de Donald Trump creen firmemente que él es el único hombre en la tierra que le habla de Tú A Tú a Dios. No es tanto problema el que haya gente que lo crea, ni que sea firme esa creencia, sino que él mismo se convenza que tiene una misión divina, salvadora, en la tierra. La historia enseña lo peligroso que es un ‘Iluminado’ con balas. De ahí a optar por el premio Nobel de la Paz… un paso.
Son los milagros de la religión en Estados Unidos de América, la otra Tierra de la Promisión. Una tierra abocada a un ocaso que no será ni sencillo ni fácil para ella. Y, con toda probabilidad, tampoco para nosotros al otro lado del Atlántico.
Mientras tanto, toca tomar la cruz… por si acaso con ruedas...
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
No hay comentarios:
Publicar un comentario