Volver a uno
mismo
Vivimos encorvados sobre la pantalla del smartphone las 24 horas del día, pero eso no significa que nos concentremos en algo o en nosotros mismos.
Estamos inmersos en una realidad virtual muy
envolvente (incluso aumentada), pero irreal y artificial, que nos
distrae de la realidad real, social y ambiental; y hoy nos encontramos
totalmente incapaces de mirar hacia adelante (de imaginar con nuestra
imaginación, aceptando en cambio y cada vez más el imaginario ideado y diseñado
para nosotros por el sistema, un imaginario aparentemente siempre diferente y
nuevo, pero en realidad siempre igual y repetitivo); y somos incapaces (y
seguimos utilizando deliberadamente este sustantivo para señalar el resultado
de nuestro alejamiento de la realidad y de nosotros mismos), incluso de
levantar la vista al cielo o de acoger en nosotros, enriqueciéndonos, la
belleza.
Si nos hemos convertido en individuos incapaces de
todo esto es porque no sabemos resistirnos a los mecanismos de captura
de nuestra psique (fascinantes, emocionantes, envolventes, hoy en día también inteligentes),
además de nuestro cuerpo, y producidos por el sistema para nuestra distracción
masiva (mercancías, gadgets, redes sociales, series de televisión, vídeos con
millones de seguidores, noticias falsas, comentarios compulsivos, conformismos
digitales), sobre todo si son tecnológicos; nosotros ya hemos sido
arrastrados a un espacio comunicativo
e informativo donde los mensajes y las imágenes se afirman a través de la
lógica combinada de la urgencia y la inmediatez redirigiendo de forma
discontinua nuestra atención.
Un espacio en el que creemos ser autónomos y libres,
pero no lo somos. Para aprender a resistirnos a estos mecanismos de captura, necesitamos —y mucho despertar del sueño y del olvido de
nosotros mismos en el que estamos sumergidos.
Eso era lo que intentaba hacer Sócrates: despertar del sueño a sus conciudadanos con la fuerza exhortativa de un diálogo implacable para formular un pensamiento que nace de la persona. Nos toca renacer como individuos que piensan y que no solo producen, consumen y se divierten, como nos formatea, nos norma y normaliza el sistema.
Un sistema que nos quiere precisamente
alienados/alejados (fuera de nosotros
mismos, de nuestra interioridad),
pero felices de estarlo; que nos quiere sobre todo narcisistas, es decir,
enamorados de nuestra imagen reflejada, fuera
de nosotros, pero que no somos
nosotros, por lo que nos volvemos incapaces de comprender quiénes somos mediante una
participación consciente en el mundo.
¿Cómo intentar reencontrarnos a nosotros mismos,
después de que el sistema nos haya hecho perdernos/distraernos
de nosotros mismos? ¿Cómo volver a uno mismo precisamente para recuperar una vida hoy extrañada,
alienada por el sistema tele-técnico o tele-tecno-capitalista y económico? ¿No
habrá que permanecer con nosotros
mismos después de haber vuelto a nosotros mismos?
¿No habrá que
desmontar las técnicas de distracción destinadas a eliminar toda conciencia de
sí mismo del individuo, haciéndole creer, por ejemplo, que la tecnología es un
medio para la emancipación humana?
¿No habrá que
recuperar la interioridad perdida, que hemos perdido para adaptarnos a las exigencias de un sistema basado en la
producción industrial, incluso de distracción
infinita?
¿No habrá que
recuperar la interioridad, es decir, el yo
reflexivo, consciente, la capacidad de imaginar, de ser nosotros mismos, de mirarnos por dentro y dejar de
exhibirnos (de salir de nosotros mismos, de exteriorizarnos) en la red con un selfie o un vídeo o en el
mercado como capital humano,
creyendo ingenuamente que exponernos
es en realidad la mejor manera de ser nosotros mismos, pero nada es más falso
que esta creencia?
¿No habrá que
recuperar cierta soledad, que no es sinónimo de aislamiento, y alejarnos de la
pantalla de un smartphone o un ordenador, donde siempre estamos acosados por
una aceleración compulsiva del tiempo que no deja espacio para pensar y no hacer
en la trampa del viejo ‘panem et
circenses’ digitalizado e industrializado
y que se ha vuelto omnipresente las 24
horas del día?
Me estoy volviendo mayor… seguramente porque voy perfilando una convicción: hoy tenemos una gran necesidad, como individuos y como colectividad, de personas que nos enseñen de nuevo a pensar, a mirar, a reflexionar, haciéndonos preguntas sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
Basta de economistas, basta de empresarios-gurús,
basta de gerentes, basta de expertos, basta de gestores,…, que nos dicen qué
hacer y cómo vivir, cómo ponernos en el mercado, cómo aumentar nuestra
productividad, qué comprar, cómo presentarnos para vendernos mejor; basta de
delegar nuestra vida a una aplicación; basta de buscar algoritmos que nos den
las respuestas antes incluso de haber hecho las preguntas; basta de influencers
de tres al cuarto…
Mientras nos encontramos en mil y una guerras,
mientras olvidamos que la crisis climática es cada vez más grave, mientras los
populismos proliferan por doquier y sin control,…, realmente necesitamos personas
que nos ayuden precisamente a volver a
nosotros mismos, es decir, a
nosotros y en nosotros (quiénes somos, adónde queremos ir, de
qué manera, según qué objetivos compartidos consciente y responsablemente),
encontrándonos/reencontrándonos
(y es el requisito previo para encontrarnos con los demás) y encontrando
un equilibrio entre interioridad
y exterioridad, entre yo y mundo, entre hombre
y técnica, entre hombre y medio ambiente…
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
No hay comentarios:
Publicar un comentario