sábado, 25 de octubre de 2025

Una reflexión al Papa León XIV sobre la Misa tridentina en la Basílica de San Pedro.

Una reflexión al Papa León XIV sobre la Misa tridentina en la Basílica de San Pedro 

Como transfondo de esta reflexión está la celebración de la Misa tridentina presidida por el Cardenal Raymond Burque, Prefecto emétito de la Signatura Apostólica, en la Basílica de San Pedro el día 25 de octubre.

El paso de pontificado, entre la muerte del Papa Francisco y el comienzo del Papa León XIV, es un momento de reposicionamiento. 

Es sorprendente que, desde los primeros días después del 8 de mayo, una serie de personas eclesiásticas hayan comenzado a plantear con cada vez más fuerza la cuestión de la liturgia, como un ámbito en el que pedir al nuevo Papa que intervenga con urgencia. Nada es por causalidad en esta confrontación litúrgica desatada por algunos cardenales. Ante esto, salvo raras excepciones, todos guardan silencio. Seguramente hasta se trata de un fenómeno clásico de la corte. 

Desde el principio, cuando se comprendió que el Concilio Vaticano II produciría una reforma de la Iglesia - como Juan XXIII y luego Pablo VI habían declarado claramente -, se intentó atacar el fundamento de la primera reforma puesta en marcha: la de la liturgia. No es cuestión de hacer historia. Basta con decir que ya entonces estaba claro que cuestionar la nueva liturgia significaba bloquear la reforma de la Iglesia. 

Hoy tenemos obispos y cardenales que pretenden permanecer en la Iglesia católica como si el Concilio Vaticano II nunca hubiera existido y creen poder decir, públicamente, que esto es algo normal. Las «formas litúrgicas paralelas» son iglesias paralelas. Los obispos y los cardenales lo saben. 

La paz litúrgica no se consigue aceptando como normal una confrontación contra el Concilio Vaticano II. La única paz litúrgica es la aplicación cuidadosa de la reforma litúrgica, rica en todas las sensibilidades que la acogen, no en las que la niegan. Y los juegos paternalistas de Burke, Sarah, Mueller, Koch y Bagnasco son confrontaciones abiertas y declaradas, aunque de variada intensidad. 

Desde que existe la nueva forma del «rito romano» - desde finales de los años 60 -, todos los Papas han actuado según la Tradición: el nuevo rito sustituye a la forma anterior. Así fue para Pablo VI, para Juan Pablo I, para Juan Pablo II y para Francisco. 

Solamente el Papa Benedicto XVI consideró, de manera demasiado audaz y objetivamente imprudente, que para pacificar a la Iglesia se podía volver a poner en vigor, junto a la nueva forma, la antigua forma del rito romano. En sus intenciones, su disposición tenía como objetivo la pacificación, pero en realidad, al carecer de fundamento teológico y basarse únicamente en sentimientos y nostalgias, se transformó muy rápidamente en una incitación a una confrontación más abierta y declarada. 

Frente a esta audacia arriesgada del Papa Benedicto XVI, el Papa Francisco fue más prudente. Simplemente volvió a la forma tradicional de gestionar la cuestión: solo existe una forma ritual común a toda la Iglesia, mientras que para celebrar en la forma tridentina se necesita una autorización explícita. 

A estas alturas el Pueblo de Dios ya sabe que hoy no existe ninguna forma extraordinaria del Rito romano. Solo hay una forma anterior, que el Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica decidieron superar, y hay una forma posterior, que los Papas Pablo VI y Juan Pablo II hicieron vigente. La alusión de «dos formas paralelas, una ordinaria y otra extraordinaria» es un truco para hacer irrelevantes la reforma litúrgica y el Concilio Vaticano II. 

A mí particularmente me provoca respeto, por no decir incluso temor, hacer que todo dependa de la benevolencia y la magnanimidad… Me refiero a aquello de “por la paz, una Ave Maria”. Y digo eso porque habiendo estudiado liturgia - y habiendo sido después profesor de Liturgia en la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto -, uno ya sabe que esa forma extraordinaria, como concepto abstracto, nace como contestación a la reforma litúrgica. 

Asumir las dos formas rituales en el mismo plano es una forma de negar la historia, que llevó a la Iglesia de Roma primero al Concilio Vaticano II y luego a la Reforma que el citado Concilio propuso a la Iglesia, como un deber de verdad y autenticidad. No puede haber benevolencia condescendiente hacia quienes atentan contra el camino eclesial y piensan convertir en accesorio lo que es central. La única lex orandi, como hizo el Papa Francisco en 2021, restableciendo la Tradición, es la única manera de eliminar la confusión que surgió en 2007, con la pretensión de un paralelismo entre formas contradictorias. 

Acabo ya. Uno que no está en la corte de ningún palacio eclesial se pregunta ¿cómo es posible que, con el centenar de cardenales, los miles de obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas, los cientos de teólogos, ante ciertas palabras y gestos que expresan cada día algunos cardenales y algunos obispos, casi nadie defienda públicamente las razones de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II? 

No sé si es necesario proponer al Papa Léon XIV una lectura, la de Carta Apostólica Desiderio desideravi. Era el año 2022 cuando el Papa Francisco escribía ese texto sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios: 

«No podemos volver a esa forma ritual que los Padres conciliares, cum Petro et sub Petro, sintieron la necesidad de reformar, aprobando, bajo la guía del Espíritu y según su conciencia de pastores, los principios de los que nació la reforma. Los santos pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, al aprobar los libros litúrgicos reformados ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II, garantizaron la fidelidad de la reforma al Concilio. Por esta razón he escrito Traditionis Custodes, para que la Iglesia pueda elevar, en la variedad de lenguas, una única y misma oración capaz de expresar su unidad. Esta unidad, como ya he escrito, pretendo que se restablezca en toda la Iglesia de rito romano». 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

“The Chosen”: acostumbrarse a una presentación diferente de Jesús y de su Evangelio.

“The Chosen”: acostumbrarse a una presentación diferente de Jesús y de su Evangelio Desde los inicios del cine, son muchos los productos que...