Los compromisos de las Iglesias cristianas europeas
El día 5 de noviembre, en el evocador marco de la Abadía de las Tres Fuentes de Roma, se firmó la nueva edición de la «Charta Oecumenica – directrices para el crecimiento de la colaboración entre las Iglesias en Europa».
La primera versión se remonta al ya lejano 2001; la edición actualizada fue firmada por los presidentes de los dos organismos promotores: el Arzobispo ortodoxo Nikitas (Lioulias) de Thyateira y Gran Bretaña, Presidente de la Conferencia de Iglesias Europeas (KEK, que reúne a protestantes y ortodoxos), y el Arzobispo católico de Vilna, Gintaras Grusas, Presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE).
La Charta Oecumenica es un breve documento que podríamos definir como de «compromiso ecuménico»: de hecho, indica una serie de compromisos concretos que las iglesias asumen para hacer avanzar la colaboración ecuménica en el «Viejo Continente».
En la primera edición, estos compromisos eran 26. En el primer borrador de la nueva edición, difundido en julio de 2024, se habían más que duplicado (55). Y después de recibir, en los meses siguientes, unas 70 reacciones y propuestas de enmiendas por parte de las Iglesias y de los organismos ecuménicos, los compromisos comunes han ascendido a 68.
Sesenta y ocho «nos comprometemos» a hacer del ecumenismo una preocupación no episódica, sino continua y cotidiana en la vida de las Iglesias europeas.
La nueva Charta Oecumenica sigue siendo un documento conciso, pero se enriquece con nuevos párrafos dedicados a los jóvenes, los migrantes y los refugiados, y a los problemas que plantean las nuevas tecnologías, así como con una serie de nuevos compromisos.
Cito algunos a la espera de que las Iglesias hagan un análisis más detallado. Cabe destacar por ejemplo y sin ser exhaustivo:
1.- el compromiso de leer y estudiar juntos la Biblia y de favorecer las
traducciones bíblicas ecuménicas (§ 2);
2.- la denuncia de todos los comportamientos abusivos que
se producen en las Iglesias, exigiendo responsabilidades tanto a los culpables
como a quienes los protegen (§ 4);
3.- la renuncia al proselitismo hacia los judíos (§ 8),
4.- la oposición a la islamofobia y la promoción del
diálogo con los musulmanes a todos los niveles (§ 9);
5.- la promoción de la educación intercultural e
interreligiosa en apoyo del respeto mutuo y la convivencia pacífica (§ 10);
6.- el fomento de los procesos de reconciliación, dando prioridad a los enfoques no violentos para la resolución de conflictos (§ 11).
Al igual que en la versión anterior se dedica poco espacio al fortalecimiento de la posición de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad (§ 7). Por otro lado, se silencia totalmente la cuestión de la acogida de las minorías sexuales.
Por último, creo que es una pena que la firma de la nueva Charta Oecumenica se haya producido de forma esencialmente privada, con una reunión reservada a unos pocos invitados e incluso a puerta cerrada.
La tradición del movimiento ecuménico europeo, en cambio, no solo con motivo de la firma de la primera Charta Oecumenica en Estrasburgo, sino también durante las tres Asambleas Ecuménicas Europeas de Basilea, Graz y Sibiu, era la de reservar siempre un amplio espacio a la participación del «pueblo ecuménico».
No obstante, sigue vigente el compromiso, expresado en el § 5 de la Charta Oecumenica, de «favorecer y apoyar las redes ecuménicas, las comunidades religiosas y los movimientos de base».
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF



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