Por ahora…
El Papa León XIV sabe muy bien que hay que abordar la cuestión. Y también sabe que una parte no minoritaria de la Iglesia se opone tenazmente al cambio.
La Iglesia de Inglaterra llama a las puertas del pontificado de León XIV. Por primera vez en la historia, se ha elegido a una mujer como Arzobispa de Canterbury y Primada anglicana.
Se trata de Sarah Elizabeth Mullally, con una carrera profesional en el sistema sanitario inglés a sus espaldas, donde ha ocupado puestos de responsabilidad hasta convertirse en directora no ejecutiva del Consejo Inglés de Enfermería, Obstetricia y Asistencia Sanitaria Domiciliaria. Entre 2005 y 2015, Sarah Elizabeth Mullally también fue «gobernadora» de la Universidad London South Bank.
Entre las Iglesias nacidas en Europa occidental durante el periodo de la Reforma, la anglicana es la más cercana a la católica por su estructura y su concepción de los sacramentos. Tanto es así que cuando la Iglesia anglicana decidió en 1992 autorizar el ministerio presbiteral de las mujeres, se abrió un periodo de tensión con Roma.
De hecho, el Vaticano —el Papa era Juan Pablo II— se oponía rotundamente a la concepción del presbiterado femenino. También porque no quería estropear las relaciones con las Iglesias ortodoxas que, más allá de la falta de reconocimiento de la autoridad suprema papal, se consideran Iglesias hermanas por su origen «apostólico», al igual que la Iglesia católica.
Fue en esa década cuando el Arzobispo de Milán, Carlo
Maria Martini, al reunirse con el entonces Primado anglicano George Carey, dijo
que la decisión de la Iglesia anglicana también podía ayudar a los católicos a
«valorizar más a las mujeres y comprender cómo seguir adelante».
Pero la historia avanza a un ritmo más rápido que las resistencias tradicionalistas. Después de las mujeres en el ministerio presbiteral, los anglicanos han decidido tener también mujeres obispos y ahora Sarah Elizabeth Mullally estará al frente de toda la Comunidad de Iglesias Anglicanas repartidas por el mundo.
Su propia carrera eclesiástica - una vez que decidió dedicarse plenamente a la actividad pastoral - ha sido muy rápida. Ordenada como presbítera en 2001, fue ordenada como obispa de la ciudad de Crediton en 2015, luego obispa de Londres en 2018 y ahora elegida Arzobispa de Canterbury.
En todo Occidente, la Iglesia católica se encuentra rodeada de Iglesias y comunidades eclesiales cristianas que no solo tienen presbíteras sino también mujeres que han alcanzado los más altos cargos de liderazgo eclesial.
Dadas las estrechas relaciones entre Roma y Canterbury, no estará lejos el día en que la Arzobispa primada Sarah Elizabeth Mullally cruce las puertas del Vaticano para reunirse con el Papa León XIV.
No se trata de una nota de color, de una curiosidad. Más bien es una señal de las decisiones a las que se enfrentará el Papa. Todos los problemas relacionados con la posible concesión a las mujeres de los llamados «ministerios ordenados» (diaconado y presbiterado, para empezar) están ahí, sobre la mesa del Papa León XIV.
Como era su estilo, el Papa Francisco abrió con fuerza algunas brechas. Proclamó a María Magdalena «Apóstol de los apóstoles», ha llamado a mujeres a la ceremonia del lavatorio de pies el Jueves Santo (mientras que tradicionalmente solo participaban en el rito hombres en representación simbólica de los Apóstoles/varones), les ha conferido el lectorado y el acolitado, ha creado comisiones de estudio para el diaconado femenino, ha concedido el derecho de voto a las mujeres en el último Sínodo 2023/2024 y ha elegido a mujeres para puestos de alto nivel en los Dicasterios de la Curia.
En Europa occidental y América del Norte hay un número creciente de mujeres católicas comprometidas, que están decepcionadas e irritadas por las sofisterías teológicas esgrimidas para bloquear el acceso de las mujeres al diaconado y al presbiterado.
Los estudios histórico-críticos ponen de manifiesto que Jesús no «creó» la Iglesia tal y como es hoy, sino que hubo un proceso de crecimiento desde el seno del movimiento de los seguidores del Nazareno. Un proceso de institucionalización fuertemente influenciado por el sacerdocio masculinocéntrico del judaísmo.
Multitud de teólogas católicas están convencidas de que todo esto no tiene nada que ver con la fe y el núcleo del mensaje cristiano, sino solo con un patrimonio cultural ligado a etapas históricas superadas. En definitiva, el papel de la mujer en la comunidad eclesial cristiana no puede seguir anclado en la mentalidad patriarcal de siglos pasados.
La llegada de Sarah Elizabeth Mullally al puesto supremo de autoridad de la Iglesia anglicana interpela a su manera al Papa León XIV.
Tras dos comisiones sobre el diaconado femenino, que concluyeron sin ningún resultado, el Papa Francisco había confiado la cuestión a un grupo de estudio del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Y ahí sigue. El Papa León XIV sabe muy bien que hay que abordar la cuestión. Y también sabe que, como decía al comienzo de esta reflexión, una parte no menor de la Iglesia se resiste tenazmente al cambio.
Si en su primer libro-entrevista el Papa León XIV declaraba que «por ahora no tengo intención de cambiar la enseñanza de la Iglesia sobre la ordenación de mujeres al diaconado» tal vez el reto de la próxima década resida precisamente en ese «por ahora…».
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF



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