Testigos de la parresía
«Parresìa» es una palabra griega de noble genealogía. Según Platón, Sócrates era «un hombre digno de bellos discursos y de amplia parresía». Es una palabra típica de la democracia griega, que fusiona el derecho civil a expresar lo que se piensa, la lealtad interior hacia la verdad que hay que reconocer y el valor de expresarse públicamente superando las posibles dificultades, ya provengan del público o de los interlocutores. También caracteriza la relación entre amigos, que se atreven a reprocharse mutuamente sus errores.
Pasando al mundo bíblico a través de la traducción griega de la Biblia (la llamada LXX), se opone a la condición de esclavo, se inserta en las relaciones con Dios, al que se llama audazmente «Padre», y expresa la tranquila seguridad del justo y del mártir ante sus perseguidores.
En la teología de Juan, la parresía define el estilo de Jesús al revelarse - Jn 18,20: «Yo he hablado con parresía al mundo» -. Es fruto de la presencia del Espíritu en nosotros, que hace libre y confiada nuestra oración (1 Jn 3,22.24; 5,14), y presupone una «buena conciencia» (1 Jn 3,21), que permitirá tener parresía también en la hora del juicio.
Para Lucas es una palabra pentecostal. Nunca aparece en su Evangelio, sino solo en los Hechos y solo después de Pentecostés. El nombre parresía marca el discurso pentecostal de Pedro (2,29), el anuncio valiente de Pedro y Juan (4,13), la actitud testimonial exigida por la oración del pueblo cristiano, a la que responde una nueva efusión del Espíritu (4,29), que permite hablar con parresía (4,31). La parresía cierra el libro de los Hechos (28,31), construido, por así decirlo, en torno a la gran franqueza y libertad de la Palabra.
También subraya el «poder de la palabra» en hombres «sencillos y sin estudios» (Hch 4,13), que es siempre don de Dios y fruto de la oración: «Permite a tus siervos anunciar con toda franqueza tu palabra» (Hch 4,29). También en Lucas la parresía es un don del Espíritu Santo (cf. Hch 4,31). Así fue para Pedro (1 P 4,8). La parresía del apóstol que proclama a Jesús con franqueza y poder ante un mundo hostil es un carisma.
El verbo correspondiente indica la actitud de Pablo recién convertido (9,27; 9,28), la fortaleza de Pablo y Bernabé ante los judíos de Antioquía de Pisidia, ante los paganos de Licaonia (Hch 14,3), el estilo valiente de Apolo en Éfeso (Hch 18,26) y de Pablo en la sinagoga de la misma ciudad (Hch 19,8) y ante Festo y Agripa (Hch 26,26).
En las cartas de Pablo, la parresía representa una dimensión preeminente de la existencia cristiana en general y de la vida apostólica en particular, y se manifiesta en la predicación del Evangelio.
Es franqueza hacia Dios, que se arraiga en Jesús y fundamenta la franqueza hacia los hombres (cf. especialmente 2 Cor 3,12).
La parresía tiene especial relevancia en la carta a los Hebreos: 3,6; 10,19; 4,14; 4,16; 10,19; 10,34, etc., dado el contexto de persecución y testimonio de los creyentes al que se dirige.
También en la literatura cristiana antigua, la parresía sigue ocupando un lugar destacado, especialmente en los Hechos de los mártires. El mártir demuestra parresía hacia sus perseguidores y parresía, es decir, confianza total, hacia Dios. También el mártir vivo, es decir, el confesor, ya goza de esta parresía, en la que se arraiga la posibilidad de interceder por los demás.
La parresía habita en el corazón porque es un fruto
típico de una «vida espiritual» madura, como una «cascada apostólica», que
tiene, en su origen, algunas fuentes inagotables. Entre ellas:
* La coherencia de la vida, derivada de un esfuerzo cotidiano de fidelidad, que genera la serenidad de conciencia y esa experiencia mínima que necesitamos para hablar a partir de la vida, sin mentirnos a nosotros mismos;
* El sentido gozoso de la filiación divina, que expresa en lo más íntimo su manera personal de ser hijo de Dios; se nutre de la luz de la Palabra, que hace converger en el Jesús del Reino el designio amoroso del Padre;
* La íntima convicción —avalada por la propia experiencia de Jesús y de su fidelidad inalcanzable— de tener una buena noticia que llevar al Pueblo de Dios. Esta buena noticia brota del misterio cristiano, explorado progresivamente y cada vez más comprendido.
* La costumbre de cruzar cada mañana el umbral de la esperanza - la parresía es compañera y fruto de la esperanza -, fundada no sobre las arenas movedizas de nuestra falta de fiabilidad, sino sobre la Roca de Dios;
* El impulso interior que lleva a desear con premura el Reino y su justicia, estableciendo una relación de lo más urgente, oportuno, eficaz a la medida del Reino y su justicia.
* El carisma del Espíritu Santo infunde la parresía: es un don que aparece solo después de Pentecostés y tiene un vínculo muy especial con el Espíritu de Dios. En Juan, la parresía se refiere solo a Jesús. Solo después de Pentecostés se referirá también a los discípulos (cf. 1 Jn).
Se dice en los Hechos
que tus amigos, Señor,
recién salidos de Pentecostés,
ponían el mundo patas arriba.
Caídos los cerrojos y abiertas de par en par
las robustas puertas
del cenáculo,
parecía disipado
también el miedo del corazón.
Entraron como fugitivos
y salieron jubilosos,
como por una repentina
e inesperada victoria.
Y ahora, ya no mudos,
llenaban la plaza
con tu santo nombre,
de crucificado resucitado.
Y continuaron a través de
naufragios, flagelaciones y martirios
hasta los confines del mundo.
Y continuarán
hasta el fin de los tiempos.
Si tú sigues inspirando,
continuarás ayudando a tu Iglesia
para decir, con obras y palabras,
siempre con valentía,
la Buena Nueva del Reino,
y para regalar con gratitud
la belleza del Evangelio
secretamente deseado y
esperado por todo corazón.
Sabiendo que el siervo
no puede ser más grande
que su Señor.
Ni el mensajero
más alegremente recibido
que su Señor.
Pero haz, Señor nuestro,
que, como amigos del Esposo,
hoy y siempre también podamos
alegrarnos
de las urgencias de los cruces de los caminos
y de la salida a las periferias,
para que en nuestras obras y en nuestras voces
resuene solo la salvación de tus manos y de tus labios.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF