martes, 7 de enero de 2025

Inculturación del Evangelio y humanización.

Inculturación del Evangelio y humanización 

Cuando se celebró en el Vaticano el Sínodo para la Amazonia, un cardenal hizo un comentario implícitamente crítico, diciendo que el Papa había querido unirse a hombres vestidos con plumas. Desde luego, no era la primera vez que ocurría algo así, y la respuesta fue que unos usan plumas, otros usan el tricornio (el sombrero de tres picos del traje tradicional de los cardenales). Dondequiera que vayas, en fin, encuentras tradiciones, todas importantes, todas por avivar. Y ese sínodo llevó a los pueblos amazónicos a Roma, no Roma a ellos. 

En Papúa Nueva Guinea el Papa Francisco se encontró con la población local, con sus tradiciones. Allí son abrumadoramente cristianos, y le han recibido con plumas, como es su tradición. Un signo claro de una profunda relación con el entorno, con la «naturaleza», que dice mucho del sentido de este viaje, contra la deshumanización y la destrucción de la creación. 

Papúa Nueva Guinea, que exporta muchas riquezas, tiene mucho miedo, sin embargo, a la subida de los mares, un temor que empezamos a comprender con las frecuentes inundaciones que siguen a períodos devastadores de sequía. Estos temas, la rehumanización y el medio ambiente, son, pues, las cifras que componen el mensaje de la peregrinación de Francisco a esas tierras aparentemente lejanas a nosotros en el mundo, pero que la globalización, económica y telemática, acerca. Y las riquezas de esas tierras lejanas están mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos. Francisco pide que las rentas se distribuyan más equitativamente entre todos, y entre todos en Papúa Nueva Guinea eso significa también entre las 800 etnias con otras tantas lenguas que componen un mosaico que debe ser protegido, preservado, custodiado: como una verdadera riqueza. Una verdad que sólo cuando se piensa en ella se hace evidente. 

La unidad en la diversidad, el encuentro, es un tema tan interno de este pontificado, que este viaje, bastante descuidado aquí por la dificultad de relacionarse con realidades tan desconocidas, quizá pueda entenderse como un viaje presinodal. De hecho, llama la atención que una delegada de Papúa Nueva Guinea en el sínodo sobre la sinodalidad de octubre hablara en el encuentro con Francisco, afirmando que duda de que se pueda configurar una Iglesia verdaderamente sinodal, es decir, ya no clerical, sino abierta a la contribución igualmente importante de los fieles, laicos y laicas. Que esta voz haya venido de estas tierras que nos cuesta incluso buscar en el mapa, dice mucho. 

Qué frase tan reveladora pronunció Francisco al llegar a la segunda etapa de su viaje -para nosotros- a los confines de la tierra. El Papa estaba evidentemente feliz de encontrarse entre rituales tan diferentes, podríamos decir «exóticos», de hecho llevaba con evidente complacencia otro tocado «emplumado», el típico de la isla de Vanimo, ¡con plumas naranjas! Pero como la inculturación, la asunción en la realidad católica de todo lo que el catolicismo expresa en el mundo y con el mundo en las diferentes tradiciones y realidades culturales, lleva a lo sustancial de esta peregrinación, la rehumanización y defensa de la creación, el Papa Francisco, dirigiéndose a las autoridades papúes, dijo: “A todos los que se profesan cristianos -la inmensa mayoría de vuestro pueblo- deseo fervientemente que la fe no se reduzca nunca a la observancia de ritos y preceptos, sino que consista en amar a Jesucristo y seguirlo, y que pueda convertirse en una cultura vivida, inspirando mentes y acciones y convirtiéndose en un faro de luz que ilumine el rumbo. De este modo, la fe también puede ayudar a la sociedad en su conjunto a crecer y a encontrar soluciones buenas y eficaces a sus grandes desafíos”. Evidentemente, este discurso se aplica en todas partes, a diferencia del discurso del cardenal que lo criticó, que evidentemente sólo se aplica a los hombres que se adornan la cabeza con plumas, pero no a los que se adornan la cabeza con un sombrero de tres picos que llaman capelo cardenalicio. 

En el Ángelus, el Papa retomó la figura que compone el mensaje de su viaje apostólico: “Paz, paz para las naciones y también para la creación. ¡No al rearme y a la explotación de la casa común! Sí al encuentro entre pueblos y culturas, ¡sí a la armonía del hombre con las criaturas!”. La relación entre la deshumanización del otro y la defensa de la casa común es, pues, la elección que une o divide, que determina. En los tiempos actuales se refiere claramente a esa vasta región sacudida por tantos conflictos, étnicos en particular. Pero también encaja perfectamente en nuestro hemisferio, en nuestro contexto, en un mundo globalizado sobre todo por las dos cuestiones que plantea el Papa Francisco: ¿deshumanización del otro y explotación salvaje de la creación o humanización y defensa de la casa común? 

En su homilía dominical, comentando el pasaje evangélico sobre la curación del sordomudo, que vivía lejos y aislado, el Papa Francisco dijo: “Cuando de hecho nos sentimos alejados, o elegimos mantenernos a distancia -a distancia de Dios, a distancia de nuestros hermanos y hermanas, a distancia de los que son diferentes de nosotros-, entonces nos cerramos, nos atrincheramos en nosotros mismos y acabamos girando sólo en torno a nuestro ego, sordos a la Palabra de Dios y al grito del prójimo y, por tanto, incapaces de hablar con Dios y con el prójimo”. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las discapacidades en las guerras.

Las discapacidades en las guerras   La discapacidad, en un contexto de guerra, no es algo imprevisto. Es uno de los resultados más reconocib...