Tender puentes humanos: la tarea primordial
En el agotador juego de las «quinielas papales», Prevost - apellido de origen francés, derivado del antiguo francés 'prévost', que a su vez proviene del latín 'praepositus', participio pasado del verbo 'praeponere', que significa "poner al frente" o "encargar" - casi nunca era mencionado. Al menos, no en las quinielas iniciales.
Por otra parte, su historia no parecía jugar a su favor: demasiado cercano al Papa Francisco, que lo había elegido para dirigir el Dicasterio para los Obispos antes de nombrarlo cardenal—, estadounidense (aunque en su primer discurso decidió no pronunciar ni una sola palabra en inglés) y, sin embargo, el menos yanqui de los cardenales por su larga trayectoria misionera en Perú (donde, por cierto, conoció y apreció al inolvidable Gustavo Gutiérrez, el «padre» de la teología de la liberación).
Un nombre que, como hace doce años, sorprendió a la plaza junto con la rapidez del cónclave y el escaso número de votaciones. Una buena señal en comparación con la conflictividad de los tiempos actuales. Como, por otra parte, sus palabras antes de la bendición «Urbi et Orbi», cuando habló no solo de una paz «desarmada y desarmante» (quién sabe qué habrá pensado Donald Trump unos días antes, disfrazado de papa), sino también de que «debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger, como la Plaza de San Pedro, con los brazos abiertos a todos, a todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo, el amor».
Y luego el nombre: León XIV, siguiendo los pasos de aquel Papa —León XIII— que hace 130 años dio vida a la doctrina social, el Papa de la Rerum Novarum, de la reflexión de la Iglesia sobre los temas del trabajo y la economía. Siguiendo los pasos de aquel León Magno que en 452 se reunió en Mantua con Atila, rey de los hunos, y convenció al soberano, que ya había devastado el norte de Italia, de no invadir Roma.
En definitiva, León XIV como hombre puente: entre continentes, entre culturas, entre visiones. Hijo norteamericano con raíces inmigrantes, futo del cruce de las culturas, tiene la perspectiva tanto de un norteamericano como de un latinoamericano comprometido con las realidades del Sur del mundo.
Agustino, por tanto, contemplativo, capaz de estar en la historia, de mirarla desde las periferias en las que vivió durante mucho tiempo. «Cristiano como vosotros, obispo para vosotros», como dijo al hablar por primera vez como Papa y citando al «Doctor de la Gracia» San Agustín de Hipona.
En el camino sin retorno de una Iglesia sinodal iniciada y no concluida por el Papa Francisco, en el camino de ese Jesús del que el Papa León XIV deberá ser una parábola transparente para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo.
En pocos minutos, mencionó cuatro veces la palabra «puentes», la más utilizada por el nuevo Papa en su discurso inaugural después de «paz», que encabeza la lista con diez referencias. Es un mensaje simbólico que confirma el significado del propio nombre «pontífice», un término que tiene un origen latino muy antiguo y se remonta precisamente a la época romana. La palabra pontífice, de hecho, deriva del latín «pontifex», que se compone de dos elementos:
· «pons, pontis» = puente
· «facere» = hacer, construir
Por lo tanto, etimológicamente, «pontifex» significa «el que construye puentes». En origen, el pontifex era un miembro del colegio de pontífices, uno de los colegios sacerdotales de la antigua religión romana. El significado simbólico de «constructor de puentes» se ha interpretado a menudo como el que crea un puente entre el mundo humano y el divino, es decir, entre los hombres y los dioses, a través de los ritos religiosos. Con el tiempo, el título fue adoptado por la Iglesia católica. Hoy en día, «pontífice» se utiliza como sinónimo de Papa, en su calidad de «Summo Pontífice de la Iglesia Católica», manteniendo la idea simbólica de hacedor de puentes.
La referencia simbólica a los puentes que unen, que traen paz, bienestar, desarrollo y riqueza, es lo contrario de las divisiones, el odio, la pobreza y la guerra. En estas horas, muchos se esfuerzan por interpretar la referencia a los «puentes» del nuevo Papa León XIV de la manera más imaginativa y creativa.
Algunos hacen referencia a los «puentes» para los migrantes, a los «puentes» entre diferentes culturas, a los «puentes» entre diferentes civilizaciones y religiones. Y ésta es precisamente la interpretación más directa, etimológica y literal: el Papa es un constructor de puentes, los puentes son un símbolo de unión, paz, progreso, desarrollo, bienestar... de una primordial humanidad.
Era también lo que recordaba el Papa Francisco el 30 de julio de 2016 en aquella vigilia de oración con los jóvenes en Cracovia (Polonia) (https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2016/july/documents/papa-francesco_20160730_polonia-veglia-giovani.html): “La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos ―nosotros, los adultos― necesitamos de vosotros, que nos enseñéis ―como vosotros hacéis hoy― a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza, sino como una oportunidad. Y vosotros sois una oportunidad para el futuro. Tened valentía para enseñarnos, tened la valentía de enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros. Necesitamos aprender esto. Y todos juntos pidamos que nos exijáis transitar por los caminos de la fraternidad”.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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