Creo
Creemos en Dios, Padre de la ternura, Padre de la
escucha, Padre de la esperanza, Padre del consuelo.
Creemos en el Dios que sale a nuestro encuentro, no sólo
que nos guía como un pastor con sus ovejas, sino que también nos acompaña en el
camino equivocado. Un Dios que también es hermano.
Creemos en un Dios que se revela en los hermanos, que a
veces es peregrino, que siempre es marginado, un Dios pobre, un Dios sencillo,
un Dios débil.
Creemos en Dios, que es Papá y Mamá, que siempre tiene un
corazón de misericordia para nosotros y para todos.
Creemos que Dios nos habla hoy a través de Jesús que está
vivo en nuestra vida y en la historia y camina con nosotros.
Creemos que Dios a través del Espíritu Santo renueva en nosotros
esa fuerza divina que nos hace presenciar su amor en las calles del mundo para
danzar la belleza de la vida. Creemos y nos comprometemos… a seguir a este Dios
Peregrino de la historia que trae la salvación a todos.
Creemos en Dios Padre que nos acompaña en nuestro camino.
Creemos en Dios que nos ayuda en los momentos de
dificultad y se alegra connosotros en los momentos de celebración.
Creemos en Dios que se nos muestra en los rostros de las
personas que conocemos.
Creemos en Dios que nos ayuda a crecer y nos comprende
incluso cuando pensamos que está lejos de nosotros…
Creemos en Dios, Padre que no se impone infundiendo miedo,
sino que nos deja libres de elegir y de equivocarnos.
Creemos en su perdón y su confianza en nosotros.
Creemos en Dios y en su presencia a nuestro lado aun
cuando no podamos reconocerla.
Creemos en un Dios que sale al encuentro y se manifiesta
en el otro.
Creemos en un Dios que nos ama, aunque no siempre
correspondamos a su amor.
Creemos en un Dios que no nos abandona y nos toma de la
mano.
Creemos en un Dios amigo que permanece fiel con nosotros
a lo largo de nuestro camino.
Creemos en un Dios que no juzga, sino que nos abre los
brazos y nos escucha incluso cuando estamos solos, incluso cuando es tarde,
incluso cuando siempre le decimos las mismas cosas.
Creemos en un Dios que es vida, amor y que sufre por sus
hijos.
Creemos en un Dios que es Padre misericordioso, que
perdona todos nuestros pecados.
Creemos en Dios, Él que nunca nos abandona, que a pesar
de intentar escapar de su vista, nunca nos pierde de vista y obstinadamente
sigue amándonos y guardándonos apasionadamente.
Creemos en Dios que acoge a todos sus hijos sin
distinción.
Creemos en un Dios compasivo y cordial, atento y
misericordioso.
Creemos en un Dios que es amor para nosotros y para
todos.
Creemos en un Dios que se hace compasión, pero no sólo en
su Hijo Jesucristo, sino en todos sus hijos que quieran ser instrumentos en sus
manos.
Creemos en la Iglesia, esa humilde comunidad de personas
que se inspiran en el Evangelio y se convierten en Eucaristía o al menos lo
intentan.
Creemos en Dios que nos ama, que nos permite tomar
nuestras propias decisiones, que nos permite cometer errores y que sabe perdonarnos
cuando nos enojamos con Él por nuestros errores y cuando la vida no va como
deseamos.
Creemos en un Dios que se alegra con el hombre… que sufre
con el hombre… Un Dios joven y lleno de entusiasmo cuyo amor por el hombre y la
naturaleza es su mayor debilidad.
Creemos en un Dios misterioso que se revela en la dulzura
y la fuerza de un hombre.
Creemos en el único Dios, vivo entre nosotros. Él es un
Dios-Padre que nos enseña a nosotros los hijos el secreto y la belleza de la
vida y el camino a seguir para poder saborearla plenamente. Él llora cuando
caemos y se alegra cuando nos levantamos y vamos a su encuentro. Es un Dios más
atento que nosotros a nuestras necesidades, dispuesto a dejarse encontrar y a
acogernos pero también a llamar continuamente a las puertas de nuestro corazón.
Es un Dios que nos ama inmensamente por lo que somos, hasta el punto de hacerse
pan por nosotros.
Creemos en un Dios que camina con nosotros, con nuestras
familias, con nuestras felicidades grandes o pequeñas que sean.
Creemos en un Dios que es nuestro Padre y que nos cuida
con sus manos, su mirada, su bondad, sus reprimendas y sus preocupaciones a
través de quienes nos rodean.
Creemos en un Dios tan bello como una vida sencilla hecha
de cosas pequeñas y grandes, pero también creemos en un Dios feo, que tiene
hambre y una larga barba delante de una sonrisa sin dientes.
Creemos en un Dios que es música.
Creemos en un Dios que es paz y silencio.
Creemos en ti Dios Padre, que estás cerca de nosotros y
no te cansas de caminar con nosotros.
Creemos en ti, Dios, hermano, porque te hemos encontrado
y te encontramos saliendo a nuestro encuentro en lo que nos rodea, y si te acogemos,
eres alegría, paz y plenitud.
Creemos en un Dios que ya nos ha salvado porque nos ha
amado.
Creemos, Dios, que eres un Padre que quiere alegrarse con
todos sus hijos e hijas.
Creemos en un Dios bueno y misericordioso.
Creemos en un Dios que está siempre cerca de cada uno de
sus hijos.
Creemos en un Dios que sufre por la injusticia, por la
miseria, por las diversas formas de pobreza.
Creemos en un Dios que espera que el hombre pueda sacar
lo mejor de sí mismo.
Creemos en un Dios que sabe esperar.
Creemos en un Dios bueno y misericordioso que sabe
escucharnos y acompañarnos a lo largo del día. Un Dios que sabe perdonar
nuestros errores y nuestras debilidades. No hay amor más grande que dar la vida
por los amigos: esto nos ha enseñado Dios.
Creemos en el Dios que es amor y ternura.
Creemos en el Dios que, a pesar de todo, abraza a cada
ser humano y se revela amorosamente a cada uno a través de los ojos y de la
mirada del hermano, prójimo y samaritano, que está delante de nosotros.
Creemos en un Dios hecho hombre, en un Dios compañero,
que caminó nuestro camino, un camino que comienza desde abajo, desde lo último,
desde lo humilde, hasta llegar a Jerusalén, la tierra de Dios y de la
resurrección.
Creemos en un Dios de pies sucios, en un Dios amable, en
un Dios que no tiene miedo de esperarnos y de amarnos por lo que realmente
somos.
Creemos en ese Dios “invisible”, pero presente en nosotros
que nos acompaña en el camino hacia una vida plena para nosotros, y para los
demás que encontramos en este camino, para toda su creación.
Creemos en ti, oh Dios, que no te impones con la fuerza
sino que llamas pacientemente a la puerta de nuestro corazón. Tú no mandas ni
ordenas al mundo desde arriba, sino que caminas junto a nosotros, nos escuchas
y estás presente en la vida cotidiana más común.
Creemos en ti, oh Dios, que siempre nos dices: “no temas,
yo estaré siempre a tu lado”.
Y encontraos a Dios en el lugar de trabajo, en el
diálogo, en la comunicación de afecto y de estima, en el lugar de la prueba, en
el sufrimiento, en las relaciones.
Buscamos un camino para crecer en la misericordia de
Dios, que escucha el grito de los pobres, de los oprimidos y me despierta,
inquieta, interpela, sacude, para construir su Reino de Bienaventuranzas.
Creemos en la Palabra del Evangelio, muro de apoyo para
quienes juntos en el nombre del Señor componen y construyen la Iglesia.
Creemos en el Año de Gracia de las personas huérfanas, imigrantes, pobres, viudas...
Creemos en Ti, oh Dios, que eres pequeño, lento,
positivo, incansable.
Creemos en un Dios que nos hizo comprender que podemos
ser el buen samaritano con aquellos menos afortunados que nosotros.
Creemos que Tú, oh Dios, estás en todo y más allá de todo…
porque tu gracia es abundante y tu amor es eterno.
Amén.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF