Creo
Creo en el amor porque contiene en sí todo el sentido de nuestra vida: nacemos para el amor, crecemos en el amor y estamos llamados a amar, en plena compartición y comunión con los hermanos, porque elevado a Dios, el amor puede ir más allá de los límites del hombre.
Creo en los demás porque es en los que están a mi lado que encuentro tu rostro.
Creo en la amistad porque reconozco en ella un punto de referencia importante que me da seguridad, confianza en mí mismo y en los demás, enseñándome a crecer y madurar.
Creo en la vida como un gran regalo que Dios nos ha concedido y con el que podemos realizar el proyecto que Él ha puesto en nosotros.
Creo en la oración porque nos permite entrar en intimidad con un amigo que está siempre disponible para escucharnos y consolarnos; porque nos permite elevarnos hasta Él, olvidando todo lo que nos preocupa y nos inquieta, y porque en Él encontramos la fuerza para hacer de nuestra vida una gran experiencia de amor.
Creo en la inteligencia porque nos permite afrontar las decisiones de la vida con conciencia y responsabilidad.
Creo en la sinceridad porque hace que nuestros sentimientos sean más puros y verdaderos.
Creo en la confianza porque nos permite nunca estar solos.
Creo en la felicidad porque nos hace vivos y capaces de dar espontáneamente y sin pretensiones.
Creo en el respeto porque no nacemos para juzgar ni condenar, sino para aprender a crecer en el descubrimiento del gran valor que representa el otro para nosotros.
Creo en la vida eterna porque nos permite superar las limitaciones humanas, la materialidad, dando un sentido aún más profundo a la vida terrena.
Creo en la sencillez porque Dios eligió la sencillez del pan y del vino para que estuvieran siempre presentes y vivos entre nosotros.
Creo en la conversión porque sólo a través de ella puedo liberar mi alma y acercarme a Dios libre de ataduras y en total satisfacción.
Creo en el silencio porque nos permite superar la confusión de las palabras, reflexionar, comprender, escuchar y consolar mejor que cualquier palabra o cualquier oído.
Creo en la música como una forma universal, directa y espontánea de comunicación. La música nos habla de nuestras vidas y nos da la oportunidad de reflexionar.
Creo en la fuerza de voluntad porque es gracias al deseo y al estímulo que Dios inspira en el corazón del hombre que éste es capaz de afrontar todo para, al final, alcanzar su meta y encontrar en ella la plena felicidad.
Creo en la Verdad porque todos necesitamos conocer la verdad; El hombre tiene sed de verdad.
Creo en la generosidad porque ninguna recompensa es mayor que la alegría que nos puede dar la felicidad expresada por la sonrisa de un rostro amigo.
Creo en la Providencia porque con ella nada nos puede faltar incluso cuando nada tenemos.
Creo en lo cotidiano de cada día como un estímulo, un empujón hacia un camino de crecimiento que nos hace fuertes en la fe y nos hace testigos de tu misteriosa y preciosa presencia.
Creo en la alegría perfecta, en el don de Dios de perdonar y sentirse perdonado. Un amor sin medida que llena el corazón de alegría y da valor para afrontar la vida.
Creo en la libertad de ser uno mismo porque nos hace únicos, verdaderos, auténticos y libres.
Creo en la paz porque es en la paz que construimos un mundo hecho de amor, de felicidad y de esa serenidad que nos hace peregrinos libres hacia ti, Señor.
Creo en la creación porque lo siento en todas partes: en las montañas, en el cielo, en las nubes, en las estrellas, en el sol, en el viento... Todo nos habla de Él, de su belleza, de su misterio,... de su presencia.
Creo en todo esto porque creo en Ti.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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