Creo
Creo, sí creo que un día,
tu día, mi Dios,
avanzaré hacia Ti
con mis pasos vacilantes,
con todas mis lágrimas
en la palma de tu mano,
y este maravilloso corazón
que me diste,
este corazón
demasiado grande para mí
porque está hecho para Ti...
Un día vendré,
y leerás en mi cara
toda la desesperación, todas las luchas,
todos los vericuetos
de los caminos de la libertad.
Y verás todo mi pecado.
Pero yo sé, Dios mío,
que el pecado no es grave,
cuando esté en tu presencia.
Porque es delante de los hombres
cuando uno es humillado,
pero ante Ti
será maravilloso ser tan pobre,
¡porque soy y seré tan amado!
Un día, tu día, Dios mío,
iré hacia Ti.
Y en la auténtica explosión
de mi resurrección,
lo sabré entonces,
me encontraré desnudo
ante la ternura que eres Tú.
Mi libertad seguirás siendo Tú.
Vendré
a Ti, mi Dios,
y me darás tu rostro.
Iré hacia ti
con mi sueño más loco:
pondré el mundo en tus brazos.
Iré hacia ti,
y gritaré a todo pulmón
toda la verdad de la vida en la tierra.
En el umbral de la parta de tu casa,
como el pródigo hijo,
te gritaré mi grito
que viene de lo más profundo de los siglos:
"¡Padre!
Traté de ser un hombre,
y yo soy tu hijo."
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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