viernes, 31 de enero de 2025

Credo (VII).

Creo


Creo en ti, Padre,

Dios de Jesucristo,

Dios de nuestros padres y Dios nuestro:

Tú, que tanto amaste al mundo

Hasta no reservar

tu Hijo unigénito

y entregarlo por nosotros,

Tú eres el Dios, que es Amor.

Eres el principio sin principio del Amor,

Tú que amas en pura gratuidad,

por la radiante alegría de amar.

Eres el Amor que eternamente comienza,

la fuente eterna de donde fluye

cada regalo perfecto.

Nos hiciste para ti,

imprimiéndonos la nostalgia de tu Amor,

y contagiándonos con tu caridad

para dar paz a nuestros corazones inquietos.

 

Creo en ti, Señor Jesucristo,

Hijo eternamente amado,

enviado al mundo para reunir

a los hijos con su Padre.

Tú eres la pura acogida del Amor,

Tú que amas con infinita gratitud,

y nos enseñas que recibir también es divino,

y que dejarse amar

no es menos divino que amar.

Eres la Palabra eterna que salió del Silencio

en el diálogo interminable del Amor,

el Amado que todo recibe y todo da.

Los días de tu carne,

viviste totalmente en obediencia al Padre,

en el silencio de Nazaret, en la primavera de Galilea,

en tu peregrinación a Jerusalén,

en la historia de la pasión,

en la nueva vida de la Pascua de Resurrección.

Nos contagian las gracias del amor,

y hacen que seamos, al seguirte,

aquellos que creyeron en el Amor,

y viven en espera de tu venida.

 

Creo en ti, Espíritu Santo,

Señor y dador de vida,

que flotabas sobre las aguas

de la primera creación,

que descendiste sobre la Virgen acogedora

y sobre las aguas de la nueva creación.

Tú eres el vínculo de la caridad eterna,

unidad y paz

del Amado y del Amante,

en el diálogo eterno del Amor.

Eres el éxtasis y el don de Dios,

Aquel en quien el amor infinito

se abre en libertad

para suscitar y contagiar amor.

Tu presencia nos hace Iglesia,

gente de caridad,

unidad que es signo y profecía

por la unidad del mundo.

Tú nos haces una Iglesia de libertad,

abierta a lo nuevo

y atenta a la maravillosa variedad

despertada por ti en el amor.

Tú eres en nosotros esperanza ardiente,

Tú unes el tiempo y la eternidad,

la Iglesia peregrina y la Iglesia celestial,

Tú abres el corazón de Dios

a la acogida de la creación y de la historia,

y los corazones de nosotros, hijos,

al don del Amor, que no conoce fin.

En ti se nos da el agua de la vida,

en ti el pan del cielo,

en ti el perdón de los pecados,

en ti se nos anticipa y se nos promete

la alegría del mundo que viene.

 

Creo en ti, el único Dios de Amor,

Amante eterno, Amado eterno,

Unidad eterna y libertad del Amor.

En ti soy, me muevo, vivo y descanso,

dándote mi corazón,

pidiéndote que me escondas en ti

y que habites en mí.

¡Amén!

 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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