El buen anuncio es por contagio
Parten sin pan, sin bolsa, sin dinero, sin nada superfluo, es más, sin siquiera las cosas más útiles. Solo un bastón en el que apoyarse cuando el cansancio aprieta y un amigo que sostiene el corazón. Sin cosas. Simplemente hombres.
Porque la fuerza del mensaje no está en el despliegue de fuerzas o medios, sino en el ardor del corazón de los discípulos, en esa fuerza que te hace partir y que se llama Dios.
La fuerza del Evangelio y del cristianismo no está en la organización, en los medios de comunicación, en el dinero, en el número. Todavía hoy la Buena Noticia pasa de corazón en corazón, como un contagio bueno.
Parten sin nada, para que resalte la primacía del amor. La abundancia de medios quizá haya apagado la creatividad en las iglesias.
El itinerario de los discípulos es como un descenso hacia el hombre esencial, hacia esa raíz pura que es anterior al dinero, al pan, a los roles. También por esto serán perseguidos, porque dan la vuelta a toda una jerarquía de valores.
Jesús confía a los discípulos una misión que se concentra en torno a tres núcleos: Donde entréis, decid: Paz a esta casa; curad a los enfermos; decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros. Los tres núcleos de la misión: sembrar paz, cuidar, confirmar que Dios está cerca.
Llevan la paz. Y la llevan de dos en dos, porque la paz no se vive solo. La paz es relación. Implica al menos a otro, implica a dos en paz, esperando que muchos estén en paz, que todos estén en paz. La paz no es simplemente el fin de las guerras: Shalom es la plenitud de todo lo que deseas en la vida.
Curan a los enfermos. La curación comienza dentro, cuando alguien se acerca, te toca, comparte un poco de tiempo y un poco de corazón contigo. Hay enfermedades de compleja y difícil curación, pero ninguna es definitivamente incurable, ninguna de la que no se pueda cuidar.
Luego, el anuncio: está cerca, se ha acercado, aquí está el Reino de Dios. El Reino es el mundo tal y como Dios lo sueña. Donde la vida está sanada, donde ha florecido la paz.
Decidles: Dios está cerca, más cerca de ti que tú mismo; está aquí, como intención de bien, como sanador de la vida.
Y luego la casa. ¡Cuántas veces se menciona la casa en este pasaje! La casa, el lugar más verdadero, donde la vida puede ser sanada.
El cristianismo debe ser significativo en nuestra vida cotidiana, en los días de lágrimas y de fiesta, en los hijos buenos y en los pródigos, cuando el amor parece desgarrarse, cuando el anciano pierde la razón y la salud.
Allí la Palabra es consuelo, fuerza, luz; allí desciende como pan y como sal, permanece como roca la Palabra de Dios, para sostener la casa.
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