viernes, 20 de junio de 2025

Artesanos de la belleza, cosechadores del bien.

Artesanos de la belleza, cosechadores del bien 

La mies es abundante, pero son pocos los que trabajan en ella. Jesús nos enseña una nueva mirada para movernos en el mundo: la tierra madura continuamente espigas de trigo muy bueno. Nos enseña una nueva forma de mirar a la humanidad: la ve como un campo rebosante de frutos abundantes. 

Siempre hemos interpretado este pasaje como una lamentación por el mucho trabajo que hay que hacer y por la escasez de vocaciones presbiterales o religiosas. Pero Jesús dice algo mucho más importante: el mundo es bueno. Hay mucho bien en la tierra. 

Él sabe que su Padre ha sembrado bien en los corazones de los hombres: muchos de ellos viven una vida buena, muchos corazones inquietos buscan solo una pequeña rendija para abrirse a la luz, muchos dolores solitarios esperan una caricia para florecer en la confianza. 

Jesús envía discípulos, pero no para que se quejen, como hacemos nosotros, de un mundo alejado de Dios, sino para anunciar un cambio radical: el Reino de Dios se ha acercado, Dios está cerca, cerca de tu casa... ¡Nunca ha estado tan cerca! 

Vivimos hoy un momento histórico de renacimiento espiritual, de renacimiento a la vida. Este mundo que nos parece abocado a la crisis es un inmenso laboratorio de ideas nuevas, proyectos, experiencias de justicia y paz, otro mundo está naciendo y da frutos de libertad, de conciencia, de salvaguarda de la creación. 

Él ha sembrado todo esto, y nadie podrá arrancarlo de la tierra. Pero falta algo, faltan quienes trabajen por el bien de hoy. Faltan obreros de la belleza, segadores del bien, agricultores que sepan hacer crecer los brotes de un mundo más justo, de una mentalidad más positiva, más humana. 

A ellos les dice: Id: no llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias... Os envío desarmados. Lo decisivo no son los medios, lo decisivo no son las cosas. Los mensajeros traen consigo un pedacito de Dios. Si tienen un pedacito de Evangelio dentro, lo irradiarán a su alrededor. Si no hay paz en nosotros, no daremos paz; si no hay orden en nosotros, no crearemos orden. 

Por eso no necesitan cosas. No tienen nada que demostrar, muestran a Dios en sí mismos. Como una mujer embarazada no tiene nada que demostrar: tiene un niño en su seno y eso basta. 

Os envío como corderos en medio de lobos. No dice: os envío a la muerte, al sacrificio, al martirio. Existe el misterio del mal, existen los lobos, sí, pero no vencerán. Quizás sean más numerosos que los corderos, pero no son más fuertes. 

Os envío como presencia desarmada, a combatir la violencia, a oponeros al mal, no con un «más» de fuerza, sino con un «más» de bondad. La bondad no es solo la respuesta al mal, sino también la respuesta al sinsentido de la vida - Paul Ricoeur -. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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