viernes, 20 de junio de 2025

La grandeza se mide con el corazón.

La grandeza se mide con el corazón 

Los discípulos parten, de dos en dos, y no uno a uno. Y la primera palabra que llevan es el gesto de su comunión, la victoria sobre la soledad. Parten, fuertes solo con un amigo y una palabra. Es importante ir de dos en dos, tener un amigo en cuyo corazón poder descansar; al menos un amigo que te garantice, en quien buscar la evidencia de que existes, de que eres amado, capaz de relaciones verdaderas. 

De dos en dos, porque si está solo, el hombre tiende a dudar incluso de sí mismo. El primer anuncio consiste en un acontecimiento de comunión. «No llegaremos a la meta / uno a uno, sino de dos en dos. / Si nos amamos / de dos en dos, / nos amaremos todos. / Y los hijos reirán / de la leyenda negra / donde el hombre lloraba / en soledad» - Paul Eluard -. 

Partieron, fuertes con una palabra: «Dios está cerca»; van sin pan, sin sandalias, sin dinero, sin nada superfluo. Sin cosas. Simplemente hombres. 

Y es un camino peregrino hacia el hombre esencial, liberado de todo lo superfluo, hacia el hombre inicial y desnudo, el hombre desnudo de los orígenes. Cuanto más te sumerjas en tu ser humano, libre de todo papel y atributo, desnudo en el reconocimiento de tu desnuda humanidad, más cerca estarás de Dios. 

La única preocupación del anunciador es ser infinitamente pequeño. Entonces su anuncio será infinitamente grande. 

El apóstol aparece como un subversivo por el simple hecho de retomar la condición humana desde sus raíces, esas raíces luminosas que son anteriores al pan, al dinero, a la túnica, esas raíces que son imagen de Dios. 

Y por eso serán perseguidos: porque derriban todo un sistema de valores establecido sobre lo superfluo, sobre las apariencias, sobre la competencia, sobre el dinero, sobre la vestimenta. Porque un hombre no vale por la cantidad de cosas que posee, sino por el valor de sus ideales. Ni siquiera por el valor de su inteligencia, sino por el valor de su corazón. 

Anunciad la paz y un Reino cercano. También la paz se anuncia de dos en dos, porque la paz no se puede vivir solo. La paz es relación, implica al menos a otro, a muchos otros para ser verdadera. Y si no aceptan la paz, sacudid el polvo y marchaos a otra aldea, porque siempre hay otro pueblo, otra casa, otro corazón que espera la paz. 

Los setenta y dos se van, ricos solo de un santuario de pobreza, y dicen en tu profunda humanidad, más íntimo que tú mismo, crucificado contigo en tu dolor, y luego flauta para tu danza, Dios está cerca. 

Su buena nueva es: Dios está con nosotros, con amor. Esto es lo que deseo, de todo corazón, a cada uno: Dios esté contigo, con amor. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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