miércoles, 5 de marzo de 2025

Elogio de nuestra fragilidad.

Elogio de nuestra fragilidad 

Barro de la tierra y polvo de estrellas: esto es el ser humano. Frágil pero sagrado en proceso. Hijo de la tierra e imagen de Dios. Carne y espíritu. Debilidad y fuerza en los dedos de Dios. Esta definición del ser humano me ayuda a aceptar mi fragilidad y la de los demás y me anima a mirarla con ojos positivos. 

La fragilidad no es un defecto, sino una expresión de la condición humana. Y es hermoso saber que Dios no convoca héroes para su Reino, sino hombres y mujeres concretos y por tanto marcados por la fragilidad que nos une a todos. A Dios no lo merecemos, simplemente lo aceptamos como un regalo gratuito e inmerecido. Así que hay esperanza para aquellos que se sienten fracasados ​​en la vida. 

En el libro del profeta Jeremías leemos la historia de un alfarero que quiere hacer un hermoso jarrón pero si el jarrón que está modelando se rompe, como sucede con el barro en la mano del alfarero, lo utiliza para hacer otro jarrón. Dios nunca tira la arcilla, la vuelve a poner en el torno, la vuelve a tomar en su mano, la trabaja de nuevo con la suave presión de sus dedos, con el calor de la palma de su mano. 

Mi fuerza es la confianza que Dios deposita en mí, a pesar de mis repetidas caídas. El primer “creyente” es Dios que continúa, con tenacidad, creyendo en mí y en ti. Jesús no busca en mí a la persona adecuada, cosa que no sé si algún día podré ser. Él busca mi profunda debilidad en la que quiere encarnarse como levadura, como sol, como fuego, como espíritu en el barro, como paz en la tormenta. 

Jesús nos levanta, nos da confianza, nos consuela, pero después nos impulsa, diciéndonos, como a Pedro: «Desde ahora serás». De ahora en adelante seguirás siendo pecador pero te convertirás en pescador de hombres. Y también la barca de aquellos que no han tomado nada se puede llenar con su palabra, no con nuestro talento. Entonces podré decir: Creo en Ti, Señor, porque Tú crees en mí. Confío en Ti, Señor, porque Tú confías en mí. Tengo esperanza porque Tú tienes esperanza en mí. 

El coraje de la fragilidad es el coraje de vislumbrar las pequeñas señales de lo nuevo que nace, los primeros brotes, las primeras luces del alba que quizá no iluminan todo el camino, pero sí el corto tramo de camino que puedes recorrer ahora y que está justo frente a ti. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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