viernes, 28 de marzo de 2025

Un poco de más herejía por favor.

Un poco de más herejía por favor 

Jesús fue un hereje. Si un hereje es aquél cuyos gestos y cuyas van en contra de una doctrina establecida y santificada. 

Cuando hablamos de herejía, cargamos con todo el peso de una historia «cristiana» que durante siglos ha hecho de la lucha contra la herejía su misión, con tribunales, sentencias y condenas, castigos y tormentos. 

Pero éste no siempre ha sido el significado del término “Hairesis” que, en griego, significa “elección”. 

Luego pasó a señalar la doctrina de un grupo, de una secta, y para la Iglesia un error, un ataque a la verdad. La verdad se había convertido en doctrina, aunque Jesús en realidad había dicho, siempre con una de esas afirmaciones solemnes que lo describen, Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). Al hacerlo así también los cristianos nos hemos encontrado con piedras en nuestras manos, listos para cometer crímenes horribles, enviando a hombres y mujeres al castigo y a la muerte. Todo ello… ¡ad maiorem Dei gloriam! 

De este modo hemos enviado a la muerte a quienes buscaban la verdad y hemos erigido monumentos a quienes los decapitaron en nombre de su presunta verdad, hasta el punto de venerar en la liturgia al Cardenal Roberto Belarmino que envió a la hoguera a Giordano Bruno. 

Las mujeres fueron especialmente acusadas de herejía y tachadas de «brujas» porque, encerrada en su pretensión de verdad absoluta, la Iglesia había tratado de borrar lo femenino en favor de una verdad patriarcal y violenta. 

Ahora es el momento de recordar que también nosotros como cristianos, junto con Jesús, somos “sanamente heréticos” con respecto a cómo funciona la doctrina del mundo. 

Ser hereje para nosotros significa permanecer fiel a su palabra. Así lo dice Jesús: Si permanecéis en mi palabra… conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. 

Pero para ser libres debemos permanecer en su palabra y cuando prevalece el olvido del Evangelio porque ha tomado la preponderancia el canon o la doctrina, sucede que nosotros también nos volvemos violentos e intolerantes. 

¿Cuál fue el precio pagado por el olvido del Evangelio y la idealización de una tradición de hombres, los Padres de la Iglesia, que habían luchado contra las “herejías” y clericalizado la Iglesia? 

Hoy, si miramos a Jesús hereje, deberíamos recuperar el sentido originario de la herejía como capacidad de elegir de otra manera para permanecer fieles al Evangelio, para tener el coraje de distanciarse de una religiosidad cortesana e instrumental, también de aquellos que todavía quieren usar la religión factor de cohesión social y nacional. 

Deseo que seáis herejes. 

Herejía viene del griego y significa elección.

Hereje es la persona que elige y,

en este sentido es aquel que ama la búsqueda de la verdad más que la verdad. 

Y por eso os deseo

este coraje de la herejía. 

Os deseo la herejía de los hechos

antes que las palabras,

la herejía de la coherencia, del coraje,

de gratuidad, de responsabilidad

y del compromiso. 

Hoy son herejes

quienes ponen su libertad

al servicio de los demás. 

Quien compromete su libertad

por los que aún no son libres. 

Hereje es aquel que no se contenta

con el conocimiento de segunda mano,

que estudia, que profundiza,

que se juega en lo que hace. 

Hereje es quien rebela

el sueño de la conciencia,

el que no se resigna a la injusticia. 

El que no piensa que la pobreza es una fatalidad. 

Hereje es quien no cede a la tentación del cinismo y la indiferencia. 

Hereje es aquel que tiene el coraje

de tener más coraje. 

(Don Luigi Ciotti).

Jesús nos invita revestirnos de herejía para acercarnos a la verdad y permanecer en ella. Porque lo que se necesita hoy es una pizca de herejía, esa imaginación loca que lleva el pensamiento aparentemente fuera de los raíles, ese valor de decir que se convierte en alter-nativa, contra-corriente, y se yergue entre las masas para señalar nuevos caminos hacia nuevas soluciones. 

En esta época de «crisis», que es también una crisis de valores, de división social, de confusión,..., hay que salir del teatro de lo políticamente educado y estrechamente correcto, y buscar lo esencial. De otro modo, nos vamos asfixiar en tanta lógica de la normalidad. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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