viernes, 27 de junio de 2025

Aprended de mí, dice el Señor, a acoger y a incluir.

Aprended de mí, dice el Señor, a acoger y a incluir

Me gustaría proponer tres pasajes de la Biblia, de los Evangelios, que nos ayudan a arrojar luz sobre cómo la Iglesia puede trabajar con las personas LGBTQ+ porque entiendo que en todo esto, es necesario mirar a Jesús porque Jesús es el modelo para saber cómo tratar a todos en la Iglesia y cómo hacer cualquier cosa. 

1.- En Cafarnaúm, Jesús es abordado por un centurión romano al mando de cien hombres. 

Este soldado le dice que su siervo está enfermo. Jesús se ofrece a ir a su casa y el hombre le dice que no es necesario, porque basta con que Él lo diga y su siervo se curará. También le explica a Jesús que tiene muchas personas bajo su autoridad, que obedecen todas sus órdenes. Jesús se queda atónito y afirma que nunca ha visto una fe así en ningún lugar de Israel. Al final del pasaje, Jesús cura al siervo del hombre. 

Para la mayoría de los cristianos, esta historia muestra el poder de Jesús, capaz de curar enfermedades con solo sus palabras. Pero hay otro significado que a veces se nos escapa... 

El centurión romano es completamente ajeno a la sociedad judía. No es judío. No es monoteísta. No cree en un solo Dios. Probablemente es politeísta, cree en la religión de Roma. Sin embargo, Jesús no condena a este personaje, a pesar de que no es de cultura judía, ni le pide que se convierta antes de dirigirse a Él ni como condición para la concesión del favor que le solicita. Al contrario, le escucha y se encuentra con él. Le escucha atentamente y luego le hace un gran favor, curando a su siervo. 

Esta es una primera indicación de cómo Jesús trata a las personas marginadas, y creo que es una gran lección para todos nosotros, en la Iglesia y en la sociedad, sobre cómo tratar a las personas que desean encontrar a Dios y que desean tener una relación con Dios. Es exactamente lo que quiere el centurión romano: al pedir su ayuda, declara que quiere una relación con Jesús. Y Jesús le ayuda, le trata con respeto, compasión y sensibilidad. 


2.- La segunda historia es la de la mujer en el pozo, o la samaritana. En la época de Jesús, los judíos y los samaritanos estaban enfrentados por motivos principalmente religiosos. Se tiende a interpretar la parábola del buen samaritano como una invitación a ser siempre buenas personas y a ayudar al prójimo, pero esa historia tiene un significado adicional para la gente de la época porque los samaritanos eran «los otros», el grupo odiado. 

En el Evangelio de Juan, Jesús se encuentra en Samaria, la región donde viven los opositores al judaísmo, y al mediodía se encuentra con una mujer samaritana junto a un pozo. Más adelante en la historia, comprendemos por qué esa mujer estaba en el pozo al mediodía, a pesar del gran calor: se había casado varias veces y ahora vivía con un hombre que no era su marido. Probablemente, por lo tanto, había sido excluida por las otras mujeres y tal vez se sentía marginada. Jesús comienza a hablarle a pesar de ser una mujer samaritana. Y, en lugar de condenarla o criticarla, escucha su historia y los dos mantienen una de las conversaciones más largas de todos los Evangelios. 

También en este caso, como en la historia anterior de Cafarnaúm, Jesús trata a una persona marginada —una mujer samaritana que vive con un hombre que no es su marido— con respeto, compasión y sensibilidad. La encuentra, la escucha, crea una intimidad revelándose a ella. 

3.- La tercera historia, la última, es la historia de Zaqueo —invito a interpretar a este personaje como un ejemplo, un emblema de las personas LGBTQ+ en la Iglesia— y se encuentra en el Evangelio según Lucas. 

Jesús está atravesando Jericó, una de las ciudades más grandes de la época. En Jericó vive un hombre llamado Zaqueo, que es el jefe de los publicanos, lo que en aquella época significaba ser el peor de los pecadores (ser jefe de los publicanos significaba estar confabulado con los romanos, y esto hace que Zaqueo se sienta extremadamente marginado). Zaqueo es descrito como un hombre de baja estatura y es descrito como incapaz de ver a Jesús debido a la multitud. En la historia, Jesús está pasando y Zaqueo se sube a un árbol para verlo. Ese era su deseo, y para intentar cumplirlo decide subirse a un árbol, porque entre la multitud no puede verlo. Y mientras Jesús atraviesa la multitud, no señala a un líder religioso, a un rabino o a uno de sus discípulos, sino que se dirige a Zaqueo y le pide que baje inmediatamente, porque quiere quedarse en su casa. Esta es una señal pública de acogida hacia alguien que está marginado. Zaqueo baja lleno de alegría. Zaqueo baja y le acoge en su casa. 

Al ver la escena, todos murmuraban. Todos los que vieron a Jesús extender su gracia a una persona marginada se enfadaron, porque extender la gracia a los marginados siempre enfada a alguien. Pero Zaqueo permanece en su lugar y dice que dará la mitad de sus bienes a los pobres y que, si ha defraudado a alguien, le devolverá cuatro veces más. Por lo tanto, se convierte. Y con «conversión» no me refiero a una terapia de conversión, de la que algunos hablan en relación con las personas LGBTQ+, sino que hablo de conversión, en griego metanoeîn: un cambio en el corazón y en el pensamiento que el encuentro con Dios siempre produce. Zaqueo, después de haber sido acogido por Jesús, vive entonces una experiencia de conversión, y Jesús le dice que, ese día, la salvación ha entrado en su casa. Una vez más, Jesús no condena ni critica a una persona marginada, sino que le da una especie de bendición pública. 

Para Jesús no existe un nosotros y un ellos. Solo existe un nosotros. Jesús quería desplazar y llevar a las personas del centro a los márgenes de las periferias y del exterior al interior. Este es el movimiento de Jesús, que quería crear un único nosotros. Un sentido cada vez más amplio y profundo del nosotros, de quiénes somos. 

Y los cristianos católicos LGBTQ+ también forman parte de ese nosotros. Me parece, por tanto, que existen al menos dos posiciones posibles cuando pensamos en este ministerio en la Iglesia católica o en cualquier ministerio con personas LGBTQ+. Podemos estar con la multitud que murmura al ver que la gracia se extiende a los marginados, como en la historia de Zaqueo, o podemos estar con Jesús y dirigir amor, gracia y compasión tratando a los demás con respeto y sensibilidad. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

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