Caminemos juntos en la esperanza
El mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2025 se hizo público el 25 de febrero (pero el documento está fechado el 6 de febrero, memoria litúrgica de los mártires japoneses Pablo Miki y compañeros). El mensaje se titula: Caminemos juntos en la esperanza.
Es un evidente tejido entre la referencia al tema jubilar de la esperanza y la imagen del camino que recuerda la Cuaresma (y es lleno de significado que este documento, con esta referencia al tema del camino, se publique con el Papa confinado en una cama de hospital, sin poder moverse).
El mensaje es breve y bien compuesto y ordenado. Se divide en tres pasajes fundamentales, a excepción de unas cuantas frases iniciales y unas cuantas líneas finales. Me detengo en estos tres pasajes principales; observando cómo éstas se leen a la luz del tema –si podemos definirlo así– de la conversión, que será fácil notar como tradicionalmente cuaresmal en su inspiración.
Caminar. La primera conversión a la que estamos invitados es a caminar. Caminar se presenta como una conversión, el momento en el que se sale de la estaticidad de la propia vida, de la aridez de las propias relaciones, del miedo que bloquea, de la comodidad que adula y engaña.
Caminar también significa -lo afirmo, desbordando del texto preciso del Papa- manifestar la verdadera condición del cristiano, que no puede detener su pie en esta tierra, que no puede permanecer en este mundo, que no puede considerarlo estable, porque su patria está en otra parte, en otra parte está la plenitud a la que se dirige; según la traducción latina de un pasaje de San Pablo: dum sumus in corpore peregrinamur a Domino (2 Co 5,6), porque mientras estamos en este cuerpo estamos lejos de nuestra patria y del Señor.
Juntos. Esta es la segunda conversión. Aquí volvemos a otro punto crucial: el hecho de que este caminar que distingue al cristiano, para ser verdaderamente tal, exige que se haga no solo, sino con otros.
La conversión en este punto pasa por verificar «si somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de superar la tentación de replegarnos en nuestra autorreferencialidad y de atender sólo a nuestras propias necesidades».
En otras palabras, aquí la conversión consiste en salir de uno mismo, de las propias creencias, de los propios ídolos, de las propias idiosincrasias, de los propios patrones... en fin, de todo aquello que impide caminar junto a los demás; porque sólo si salimos de nosotros mismos y acogemos puntos de vista y deseos diferentes a los nuestros, podremos caminar según el ejemplo de Jesús.
En la esperanza. Éste es el tercer y último pasaje fundamental del mensaje. Un pasaje que evidentemente resuena con el lema del Jubileo: Peregrinantes in spem. El mensaje aborda el tema de la esperanza en términos de conversión.
Quisiera señalar que “no esperar” no siempre aparece como una situación de la cual uno debe convertirse, porque el concepto de “conversión” implica una condición espiritual mala o en todo caso desordenada de la cual es apropiado escapar. A menudo, la desesperanza -o su versión extrema, es decir, la desesperación- parece ser un estado existencial en el que uno se encuentra debido a factores externos (una enfermedad o un duelo, un fracaso en el trabajo o en una relación) o internos (como una postración psicológica grave); incluso antes de que podamos reducirlo a condiciones espirituales o morales.
Si esta invitación a la conversión a la esperanza se refiere también a quienes se encuentran en la desesperanza o en la desesperación independientemente de su propia voluntad (porque también ellos están llamados a salir de esa condición que les hace daño y les impide vivir la vida en plenitud...), ¡cuánto más tendrá la forma de un llamamiento sentido para quienes carecen de confianza en Dios, se engañan sobre su propia capacidad de salvación -la auto σωτηρία- no se comprometen con la justicia y la fraternidad, es decir, para quienes son responsables de su propia falta de esperanza!
Por todo esto se puede decir que caminar juntos en la esperanza puede entenderse como una triple conversión: porque la conversión tiene esta característica, es decir, que uno está en una condición y desde esa condición está llamado a salir.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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