miércoles, 30 de abril de 2025

La política - una visión del Papa Francisco -.

La política - una visión del Papa Francisco -


En los días posteriores a la muerte del Papa Francisco, el torbellino mediático calificó de manera superficial y, en ocasiones, vulgar, la enseñanza del Obispo de Roma con expresiones y declinaciones que lo veían ora como líder revolucionario del progresismo de izquierda, ora como defensor de una conservación autocrática típica de la derecha. 

Este torbellino fue alimentado también por un grupo no muy numeroso de intelectuales y pensadores católicos que, olvidando la famosa expresión del Papa Francisco -«la realidad es superior a la idea»-, interpretaron el magisterio del Papa «venido del fin del mundo» a través de construcciones mentales personales que parecían muy alejadas de la concreción de los documentos, los gestos y las palabras del Papa Francisco. 

En particular, en lo que respecta a la enseñanza social del Papa Francisco, creo que es necesaria una reflexión que, más que vislumbrar tendencias políticas de derecha o de izquierda por todas partes, se centre en la proximidad o la lejanía de la obra política de la fuente inspiradora del mensaje evangélico. 

Según el Papa Francisco, de hecho, el anuncio del Evangelio no puede sino conducir a una acción política auténticamente humana, es decir, capaz de promover y proteger la dignidad de todo ser humano. La relectura de una parte de su magisterio —la que se desprende de sus discursos— puede, en mi opinión, perfilarse como una oportunidad para mostrar la orientación del difunto Obispo de Roma sobre este tema. 

Los discursos que el Papa Francisco dirigió a los movimientos populares entre 2014 y 2016 son un intento de devolver la centralidad social, política y cultural a grupos de hombres y mujeres que se comprometen en los territorios para generar una alternativa a las distorsiones producidas por el capitalismo. 

El núcleo de su mensaje se refiere a la exclusión de los pobres, pero también a su intento de cambiar la realidad a partir de una visión del mundo centrada en la defensa de los derechos humanos, la salvaguarda de la tierra y una economía solidaria. 

Además de denunciar los males producidos por la «cultura de la indiferencia», el Papa Francisco propone un pensamiento social arraigado en la labor destinada a conseguir tierra, vivienda y trabajo para todos los hombres. Se trata de una actividad destinada a apoyar un proyecto de vida que rechaza el consumismo y recupera la solidaridad, la austeridad, el amor al prójimo y el respeto por la naturaleza como valores esenciales. 

Siguiendo la enseñanza social de la Iglesia, el Papa Francisco no ha presentado proyectos para salir de la crisis, sino que ha señalado un camino de fraternidad capaz de tener repercusiones sociales y políticas. Esto es evidente en su razonamiento centrado en una idea de justicia destinada al reparto de las riquezas comunes, en lugar de una noción eficientista que enriquece a unos pocos a expensas de la mayoría. 

En opinión del Papa Francisco, el fin de la acción de los pueblos es la justicia, es decir, la generación de condiciones de vida dignas para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. El pontífice recordaba a los movimientos populares que el fundamento bíblico de la justicia se basa en la convicción de que la creación no es una propiedad de la que podamos disponer a nuestro antojo, sino un don, un regalo que Dios nos ha dado para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud. 

La del Papa Francisco fue una invitación a la sociedad y a la política a buscar una justicia capaz de considerar que «antes y más allá de los planes y programas, hay mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes, que viven, luchan y sufren, y que muchas veces se ven obligados a vivir miserablemente, privados de cualquier derecho» [Francisco, Encuentro con los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 25 de septiembre de 2015: https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/september/documents/papa-francesco_20150925_onu-visita.html]. 

Muchos de los miembros de los movimientos populares, como millones de otras personas, viven en primera persona la desigualdad y la exclusión, que se traducen en la falta de trabajo, de tierra, de vivienda o en la negación de los derechos sociales. 

El compromiso por superar las injusticias es, en el magisterio del Papa Francisco, un verdadero mandamiento destinado a la distribución equitativa de los frutos de la tierra y del trabajo del hombre. Para ello, tanto los miembros de la sociedad como los representantes de las instituciones deben comprometerse a conocer el punto de vista de los más desfavorecidos, que es la mejor escuela para comprender cuáles son las necesidades más reales y poner al descubierto las soluciones que son solo aparentes. 

Para sostener esta perspectiva, necesitamos una política y una economía que vuelvan a centrarse en la ética. Con este fin, se invita a los creyentes a comprometerse en las sociedades plurales de hoy. 

Los discursos a los movimientos populares nos invitan a leer la vida cotidiana a la luz de la fe vivida más allá de las apariencias para comprender lo que realmente está en juego. El Papa Francisco ha proclamado el mensaje cristiano con gestos y palabras de denuncia sin miedo a las injustas desigualdades sociales. 

Se trata de un Evangelio que no se reduce exclusivamente a su incidencia histórico-política, sino que es capaz de integrarla en la misión evangelizadora de la Iglesia, de modo que los pobres, los marginados y los oprimidos, que durante mucho tiempo han sido silenciados o ausentes, se hacen presentes. 

En esta lógica, la comunidad eclesial es capaz de salir de su propio mundo —y de una visión egocéntrica de su compromiso y de su vida— para llegar a las periferias de la sociedad, no solo geográficas, sino también existenciales. En la perspectiva que el Papa Francisco ha indicado a los movimientos populares, ocuparse de las periferias y de quienes las habitan significa redescubrir las raíces profundas del cristianismo, que a menudo han sido oscurecidas por batallas culturales destinadas a orientar la moral pública. 

De ello se deduce que lo que el Papa Francisco propone en sus discursos a los movimientos populares es un cristianismo que no mira a la sociedad «desde arriba», desde las categorías políticas de derecha o izquierda, sino que se sumerge en la pluralidad cultural actual para promover su especificidad inspirada en la fe. 

De aquí se desprende que, a la luz de esta conciencia, son precisamente los cristianos los que están en primera línea del compromiso por una política, una economía y una sociedad más humanas y justas. Sobre estos temas, como sobre muchos otros, el magisterio del Papa Francisco seguirá siendo patrimonio de la Iglesia, del que los creyentes seguirán extrayendo inspiración y orientación a lo largo del tiempo. 

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aprended de mí, dice el Señor, a acoger y a incluir.

Aprended de mí, dice el Señor, a acoger y a incluir Me gustaría proponer tres pasajes de la Biblia, de los Evangelios, que nos ayudan a arro...