Intra omnes - Todos dentro -
Después de los Papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, que habían sido padres conciliares, y después del Papa Benedicto XVI, que había participado en la asamblea conciliar como perito del cardenal Frings, el Papa Francisco fue el primer papa verdaderamente «hijo» del Concilio Vaticano II, ya que en los años de su convocatoria (1962-1965) aún se encontraba en formación como novicio jesuita. Fue ordenado presbítero en 1969. Ahora bien, ¿cómo traducir estas instancias a las generaciones más jóvenes y a las venideras, que serán, como en parte ya somos, «nietos» del Concilio?
En esta herencia conciliar, el Papa Francisco ha iniciado procesos, devolviendo la autoridad a la Iglesia como Pueblo de Dios que camina itinerante y peregrino en la historia más que en la tradición entendida de manera estática como «dispositivo de bloqueo» de las acciones de reforma. Ha sido, y es, el comienzo de una nueva primavera. ¿Qué será más importante, necesario y urgente para el futuro?
La impronta de encuentro, escucha, diálogo del pontificado —en el plano eclesial y ecuménico, pero también en el secular— ha iniciado procesos de relectura de la doctrina católica. ¿Qué desarrollos necesita la Iglesia después del Papa Francisco?
Los procesos y diálogos han tenido algunas traducciones institucionales, pero queda mucho por hacer a la Iglesia que vendrá, en el plano teológico, normativo, moral, litúrgico, etc. ¿Cuáles son los perfiles en los que deberá trabajar la Iglesia en los próximos años?
Son algunas preguntas de un cuadro sobre el que cada uno de nosotros, como miembro del Pueblo de Dios, está llamado a reflexionar. El Pueblo de Dios respeta el «Extra omnes», el «Todos fuera», con el que comienza el cónclave. Pero el Pueblo de Dios no puede dejar de señalar cómo la historia de los dos últimos siglos —y quizás de manera particular la de los últimos doce años— ha hecho que el colegio cardenalicio pueda ser cada vez más inclusivo: no excluye, sino que incluye a toda la Iglesia. «Intra omnes», «Todos dentro».
En un futuro próximo, probablemente, se darán las condiciones para replantearse de manera efectivamente «sinodal» e inclusiva las formas y los modos de elección del Romano Pontífice. El principio «Lo que concierne a todos debe ser tratado y aprobado por todos» - Quod omnes tangit, ab omnibus tractari et adprobari debet - reiterado también en el último Sínodo de los Obispos, no puede dejar de referirse también a la provisión del cargo del Romano Pontífice. Por el momento, al menos en los días inmediatamente anteriores al cónclave, no nos parece exagerado afirmar: Intra omnes, Todos dentro.
Si la Iglesia es ese Pueblo de Dios que se reconoce como pirámide invertida, tiene, por lo tanto, la base en la cima.
P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF
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